tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

martes, 31 de enero de 2012

"La insoportable levedad del ser"

Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.
 

El carácter único del "yo" se esconde en lo que hay de inimaginable en el hombre. Sólo somos capaces de imaginarnos lo que es igual en todas las personas, lo general. El "yo" individual es aquello que se diferencia de lo general, o sea lo que no puede ser adivinado y calculado de antemano, lo que en el otro es necesario descubrir, desvelar, conquistar.

Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría denominarse "memoria poética" y que registrara aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida.
El amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.


Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia.

La felicidad es el deseo de repetir.

La vida humana acontece sólo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas. En la situación dada sólo hemos podido decidir una vez y no nos ha sido dada una segunda, una tercera, una cuarta vida para comparar las distintas decisiones.
 

La pregunta es como un cuchillo que rasga el lienzo de la decoración pintada, para que podamos ver lo que se oculta tras ella.


Certeras y rotundas cada una de ellas. Algunas de las frases (y retazos) que me fascinaron de Kundera, autor que se me cruzó, justamente de casualidad, y que me impulsó a acompañar la lectura junto a la reflexión. Creo que la sensación que me invadió al acabarlo, es el propósito anhelado de cualquier autor que emprende la difícil tarea de escribir un libro: es mágico terminar la última página con el sabor de un silencioso "valió la pena" Porque cada libro es una especie de aventura, un viaje singular, que en el perfecto ideal nos arrulla de impaciencia por saber qué pasará, y que si no nos deja de sorprender hasta el último renglón, personalmente, me gusta más todavía.
Lo encontré en el momento exacto porque se lo recomendaron a mi hermano, y ahora soy yo la que lo r
ecomiendo a todo aquel que le interese la filosofía, algo de política, el amor, la novela y el crecimiento intelectual. 

Lo que surge de un viaje.

Últimamente me encuentro de forma reiterada ante la misma posición. No sé cómo relatar lo que me acontece, lo que vivo; dicho de otro modo: no puedo poner en palabras lo que me pasa. Me encuentro sentada delante del teclado, sin saber qué tipear. Me encuentro con una lapicera en la mano, sin saber cómo encarar la escritura. Es un poco bastante enrevesado despegarse de la natural tendencia del ser humano a poner en verbos, adjetivos, artículos, etc el correr de los hechos en los que éste se ve envuelto de manera no necesaariamente protagónica. Sí, es complicado, claro que lo es. Pero aún así siento menester descargar en este espacio lo que siento, o al menos, hacer el intento. Vuelvo a la nada novedosa idea de que más que un blog, ésto se me volvió una especie de diario íntimo. Y no sé si está bueno o no..

En fin, para hacer un viaje (ya sea hacia un lugar lejano o cercano del que se reside) es preciso desconectarse. Tan necesario como llevar mudas de ropa interior o provisiones de comida. Cuando hablo de desconexión, hago referencia a la completud que abarca el término. Aquella que no sólo incluye la tecnológica, es decir, de la televisión, la radio, la computadora (los medios de comunicación en general) si no también de la mental; lo que no significa aislarse de todo pero sí tomarse unas vacaciones también de la sociedad y la gente que frecuentamos, para poder así, pensar sin estar bajo influencias de ningún tipo y llegar, por lo tanto, a conclusiones más claras y sobretodo un poco más propias. Tomar una distancia. Ése fue el objetivo con el que emprendí este éxodo. Con la imagen de búsqueda  impregnada a mi arquetipo. Me costó mucho cumplir la meta que me tracé apenas me subí al auto, que ya venía esbozándose algunos días previos al comienzo de la trayectoria. Es más, tengo que reconocer que los dos o tres primeros días ya en Uruguay, seguía "enchufada" a la Capital, a Buenos Aires, a la Argentina, a sus hechos y los seres humanos que allí habitan. Era como si mi cuerpo hubiese emprendido un viaje y efectivamente estuviera en terreno charrúa, pero mi mente, contra mi voluntad, permanecía sin abandonar mi casa, mi barrio de allá, con la gente con la que me trato. Me propuse entonces, muy seriamente, arrastrarme completamente. Es decir, mi cuerpo y mis ideas, o dejarme arrastrar por las circunstancias en las que me encontraba.. y para eso conseguí ayuda. Me interné en los libros y en la playa; en mi hermano y en la risa hecha carcajada; en el mate (fiel compañero que aprendí y adopté rápidamente como costumbre inexorable diurna y nocturna) y los deliciosos "bizcochos" que son las llamadas facturas locales. Es gracioso el cambio de nombre y la deformación que sufren algunos elementos, lo que no es gracioso es el cambio gustativo que hay entre los alimentos de allá y de acá. No era justo prescindir de dicho comentario, ya que es algo que realmente me sorprendió (y mucho) por lo que necesitaba resaltar la disyuntiva del sabor porque llamó poderosamente mi atención. El queso, los chorizos, las milangas, las facturas, la fruta, son mil veces mejor que por nuestros pagos (salió a flote el gustoso "arte del buen comer" dicho en forma Redondita) y me explicaron el por qué de semejante cambio. Es porque al ser un país mucho más chico que el nuestro, el Uruguay, no tiene la necesidad de congelar las carnes, de arrancar la fruta inmadura del árbol, ni de ponerle tantos químicos al queso para que no se pudra durante el transporte a las diferentes regiones del país. Es lógico y curioso, y es también más natural y por ende más rico. 

Volviendo a como me sentí yo, y no sólo mi estómago que como queda claro la pasó bomba, me re-descubrí. Al menos, creía que en el último tiempo mis gustos, mis inclinaciones, mis ideas, habían cambiado bastante; lo suficiente, y que ahora volverían a la rueda predilecta y dentada de la estaticidad. Si lo pensamos bien, es tonta esta tesis, pero es trivial que la gente la sostenga. Explayándome en mi explicación: pensamos que después de un largo proceso de invariabilidad y quietura, arriba el cambio: fugaz por lo general y luego de éste volvemos al círculo del mar sin marea, a la calma, a lo fijo y a lo que no muta. Bueno, me di cuenta de que no estaba en lo correcto. No es así, o por lo menos de otra forma lo vivo o viví yo.

Encontré en el fondo de lo que soy, una sed insaciable de conocimientos; repentina y sigilosa a la vez, que afloró de una vez por todas y que ahora, ansía nutrirse de historia, de geografía, de política; cuya meta es el cambio individual pero más que nada social y, siendo escépticos, algún día mundial. Anhelos de inteligencia, de sabiduría para abarcar los intocables debates presentes, la formación de una postura propia y la comprensión de la actualidad. Así como
 hallé pesadas y bruscas ganas de empaparme de artes culinarias. Lo que quiere decir que voy a empezar a cocinar (¡por fin! ¿no? mi familia está contenta) espero también llenarme de cultura, la que está en los libros y la que se encuentra escondida en la experiencia. Navegar en mares de polarizados puntos de vista. Lograr una instrucción que me deje satisfecha personalmente, que va desde los más diversos ámbitos. Hacerlo por mí y para mi. Después de tanta "joda" (a la cual no pienso hacer a un lado por si se la venían venir) me dieron ganas de estudiar, de seguir no una, si no varias carreras en la universidad, de ir a la UBA. Me topé con mi yo nerd. Tengo ganas de emprender mi quinto año así como hice parcialmente en el 2011, estudiar no para aprobar la materia (enorme estupidez que consiste en retener hasta la prueba y después soltar para olvidar) sino para mi misma, los contenidos que me interesan, que me gustan, por supuesto. Física y matemática lamento informarles que se encuentran rotundamente fuera de estos parámetros. 
Todo esto influyó en mi relación con mi papá. Por primera vez encontré algo que me haga pensar "¡Qué grande el viejo!" Un tema en común, una admiración emergida después de once años de devastación. Pero como se dice es mejor tarde que nunca.. Ahora, él se volvió de pronto mi diccionario de evacuación de dudas (numerosas, por cierto)
También tuve tiempo, porque quince días son mucho y poco a la vez, 
(además de dormirme bajo el intenso sol más de una vez y quedar más marrón que la mierda. Era realmente necesario romper un poco con tanto formalismo) de repasar las hojas de mi pasado, de ver desde un ángulo exterior, de un modo más frío y añejo lo que hice, mis actitudes y las actitudes de los demás para conmigo y para con ellos mismos. Es como que pasé en limpio lo que estaba en borrador. Me volví algo así como parte del público, un espectador momentáneo más, de la obra de teatro que es la vida.

Y d
e repente me veo de una forma distinta, me siento florecida por dentro. Mi cabeza tomó su compás y emprendió un giro de ciento ochenta grados. Volví a respirar encandilada bajo la luz de la naturaleza, de los animales y las plantas. Volví a la humedad de Baires (la cual, mi pelo y yo, detestamos profundamente) un poco a la rutina y otro poco a lo nuevo que quiebra dicha rutina. 
De nuevo desde aquí, con ganas de nuevos emprendimientos.

sábado, 14 de enero de 2012

Toc toc.
¿Quién es?

Uruguay.

Te estaba esperando...







Los presentimientos forman parte del afamado y renombrado sexto sentido. Son como una intuición.
Esa sensación de saber que algo está próximo a suceder pero que no se puede asegurar, ni explicar su por qué.
Mi clarividencia me dice que fuimos, somos y seremos, 

que no sabemos a destiempo, que simplemente somos atemporales,
que mi ser ya porta un estigma cuya raja me perfuma el alma de placer.
Que soy puro azúcar desde que te encontré y que me voy transformar en terrón en el camino por recorrer, 
que me siento segura de lo que hago y elijo. 
Que respiro alegría con las cosas como están. 
Que aunque me esté yendo, me quedo en vos. 
Pero sobretodo descubrí que quiero que sea con vos.

miércoles, 11 de enero de 2012

Me voy pal campo a respirar un poco más puro y a ventilar mis ideas entre lluvia y pasto.

lunes, 9 de enero de 2012

Me buscás.
Me buscás.
Me buscás.

Me dejo encontrar. Nos encontramos. 

Nos reímos. Nos queremos.
Nos callamos. Nos besamos.

Y me pierdo.
Y todo vuelve a empezar.

sábado, 7 de enero de 2012

No quiero que lleves de mí, nada que no te marque.

Desde lo más insondable de mi estómago hasta la desembocadura de mi boca, corren olímpicamente las palabras que me esfuerzo en contener. Nunca antes me había surgido tal impulso, nunca antes hasta ahora.
Como primer paso para esta receta de transparencia, tengo que reconocer que el repentino antojo y las ganas de llamarte dulcemente "mi amor" me asustan un poco, es por eso que casi súbitamente aparecen, yo las sofoco. A los "me gusta estar con vos" los liquido como a un molesto mosquito. En cambio a los "te extraño" los trago y los mando, como en penitencia, por el esófago directo hacia donde nacieron. Mato lentamente a esos deseos de hablarte y monto un cementerio de frases asesinadas.
Me acuerdo de todo lo que me alimenta las sonrisas de estúpida mientras estoy tirada en la cama. Trato de esconderlas, pero ¿de quién? Muchas veces espanto pensamientos, cuando es lo más absurdo que podría hacer con ellos, porque están en mi cabeza y nadie puede verlos ni oírlos ni leerlos; pero es como una especie de rechazo y táctica de defensa a la ilusión que poco a poco deja de ser nómada y se va asentando en mi cerebelo. Lo cual me estremece aún más. Quieras o no.. quiera o no, ya nos dejamos una marca mutua en nuestros cuellos y en nuestros corazones. Un rastro indeleble al paso del tiempo, que todavía no murió pero que tampoco sabemos con certezas hasta cuándo vivirá. Y de pronto, no sé cómo, llegamos a tal imagen. Tu mano y mi mano, danzando entre gotas de sudor. Tu mano y mi mano, entrelazadas, hablan de poesía en un idioma noctiluco y prematuro. Descubrí sin lupa detalles tuyos que desconocía: un par de pequitas marrones en tu mejilla izquierda que me hicieron darme cuenta de que me gustás más de lo que pensaba o mejor dicho, más de lo que quería creer.. Más que los rayos tibios del sol a primera mañana y más que el helado de super dulce de leche bombón. 

¡Ay ay ay Enero!

El que no te quiere probablemente todavía no nació. No sé si es porque caés justito en vacaciones (o en realidad porque las vacaciones caen justito en vos), pero sos lo más Enero. Tenés esa mágia que trae el no tener horarios, esa paz que viene con vos por ser el primer mes del año, el encargado de hacernos respirar otro aire, renovarnos, apostar de nuevo, esperanzarnos, crecer, cambiar, sonreir.
De a ratos me traes esa desesperación por sentirme totalmente al pedo, esa tranquilidad de no saber que día es, o mejor dicho de sentir que todos los días son sábados. Claro, yo porque no trabajo, quizás para el que labure Enero es un fastidio. Pero para mí no. No hay nada más lindo que vos Enero. Vos y tus noches que me encanta explotar hasta que se me vencen los ojos, vos y los mates a cualquier hora, los viajes improvisados, las guitarreadas, la espontaneidad de tus días, tus colores, tus cambios climáticos que a veces me vuelven loca, pero me caaaaaaaben una banda. Vos Enero y esas amistades que dejas construir, aquellas que dejas ir, esos amores que haces sentir fugaces, tranquilos, rápidos, elocuentes, expresivos, tímidos. Vos y estas ganas mías de que no te vayas nunca.

miércoles, 4 de enero de 2012

Tengo ganas de irme.
Al mar, a la playa. A la nada conocida y al todo desconocido, a caminar y a dejar mis huellas de gigante. A cualquier lado, pero no quiero estar acá, o sí quiero, pero de una forma menos compleja. Me quiero ir para descansar de la gente, pero también de mí misma. Parece que las vacaciones no sólo fueron creadas para descansar del trabajo, los estudios y ese tipo de obligaciones, si no para darle un respiro a nuestra mente, que en ocasiones opera más de lo normal o de lo que nos gustaría.
 Pero a su vez tengo la sensación de que yéndome, me pierdo de algo importante. Y también siento que irse de alguna forma es escapar. Que al irme no estoy siendo lo suficientemente madura si creo que así todo va a estar mágicamente solucionado. Y desde algún rincón, siempre escapar lleva algo de huir ¿Y huir no es acaso el verbo estrangulado de la cobardía? Pero después pensé mejor que huir también significa  ir a buscarse. Y que todo depende desde donde se lo mire, y justamente eso es lo que necesito: no otra mirada ni otros ojos, otra perspectiva.
Es como si tuviera la necesidad de gritar en un idioma universal, para que todos se enteren de lo que llevo dentro. Lo que construí casi sin darme cuenta, un muro de ideas tan alto que lo podría escalar. Pero a la extraña vez, necesito también callarme; mantenerme en silencio y guardarme algún que otro detalle para mis adentros. Reservarme un poquito más, y tener algo tan mío como mi propio cuerpo. La necesidad de encontrar mi otro yo que está perdido en alguna otra parte del planeta Tierra o, yendo más lejos y en una búsqueda más profunda, alguna otra galaxia. Y encontrarla, encontrarme, por fin, para que me entienda. Porque a veces no alcanza con imaginarse cómo se siente el otro, ni tampoco basta con ponerse en su lugar.

Mientras salía el sol, hace unas horas no más, parada en el medio del parque; entre árboles de oxígeno y calma, me sentí insignificante, como apenas un grano de arena en medio de todos los desiertos, todas las playas y todas las montañas existentes.
Puedo darme cuenta con mi dedo húmedo y alzado, como queriendo ver de dónde viene el viento, que los cambios no terminaron, sino que en su reciente esbozo esperan ser digeridos por mi estómago y sobre todo por mi cabeza. Nunca tuve nada en contra de la mutación, pero viendo cómo todo a mi alrededor cambia me pregunto y re pregunto, extraño y añoro, y siento, siento, siento. 
¿En qué momento dejé de necesitar este blog?
¿Lo dejé de necesitar?
¿Porqué no me salen las palabras teniendo la boca (el alma) plagada de sensaciones
y vacíos
y temores
y miedos
y alegrías?
¿Qué es lo que me enmudece,
qué es lo que no me deja organizar?
Pienso en que soy otra de la que escribió acá la última vez.
Otra, ni mejor ni peor.
Otra que no conozco
y que espero,
me empiece a caer mejor. 

lunes, 2 de enero de 2012

"Me gusta ser hombre, ser persona, porque sé que mi paso por el mundo no es algo predeterminado, preestablecido. Que mi "destino" no es un dato sino algo que necesita ser hecho y de cuya responsabilidad no puedo escapar.
Me gusta ser persona porque la Historia en que me hago con los otros y de cuya hechura participo es un tiempo de posibilidades y no de determinismo.
El hecho de percibirme en el mundo, con el mundo y con los otros, me pone en una posición ante el mundo que no es la de quién nada tiene que ver con él.
Al fin y al cabo, mi presencia en el mundo no es la de quién se adapta a él, sino la de quién se inserta en él.
Es la de quien lucha para no ser tan sólo un objeto, sino también un sujeto de la Historia.
Me gusta ser persona porque, aún sabiendo que las condiciones materiales, económicas, sociales y políticas, culturales e ideológicas en que nos encontramos generan casi siempre barreras de difícil superación para la realización de nuestra tarea histórica de cambiar el mundo, también sé que los obstáculos no se eternizan"

Paulo Freire

Desenvuelvo en tu pecho lo planeado.


Al fin y al cabo, la vida se mide por los instantes, y no por los años que uno lleva vividos.
Qué locura tan grande los recuerdos, y más cuando se los trae al presente y siguen despertando los mismos sentimientos que hicieron que hoy sea tan grato recordar.