tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 31 de mayo de 2013

El olor matutino,
el café humeante y espumoso,
el estómago crujiente. 
El día gris que se disipa detrás de las cortinas.
La India que se hace escuchar a través de mis parlantes. 

La mente serena después de un continuo pero lánguido sueño. 
Mi desayuno y mi primer contacto con el día. 
Mis primeros afectos, mis primeros contactos con el saber.
Las ganas incipientes de una energía próxima a consumirse
y la guitarra encerada que me induce a lo lejos con sus cuerdas anómalas

Siempre lo mismo,
y, sin embargo
siempre distinto.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Los eslabones de una cadena herrumbrosa me manchaban la mano y yo me volvía hacia la condena, incrédula e intransigente.
Me replanteé varias veces mi lugar en esta máquina globalizadora y sin entender el por qué de la inercia consumidora seguí por la misma ruta de siempre: la de la cotidianidad.
Pero por suerte estaba el amor ahí para lubricarme el corazón oxidado.
Yo, que ante tanta desigualdad, ante tantos mecanismos infinitesimales, ante tanta crueldad recóndita, ante tanta ira amorfa, me sentí un pichón sin su guarida... sin nido alguno.
De una vez y por todas, me crucé con el halcón de la reflexión que me transportó volando hacia la vorágine introspectiva.

No quiero ser el manzano que dé frutos porque sí.
Más bien quiero ser la consecuencia espléndida de la causalidad.
No quiero un porque sí.
Quiero ser el manzano que dé manzanas rojas, brillantes y jugosas.
Quiero hacer fotosíntesis junto a la vida.
Quiero echar raíces en un lugar ubicado en los confines más subrepticios para olvidarme por fin de la turbulencia del tiempo y de la inestabilidad tecnológica.
Eso no es vida para mí. 

lunes, 27 de mayo de 2013

Como un film toda mi vida


.

El grito, 
silencioso,
absurdo

ése es el grito más sordo. 

Te miro, polifacético,

cobarde y fantástico.
Te busco en el fondo del zapato, 

en el rincón izquierdo del ropero.
Pero no hay rastros de lo que fue.
Nuestra foto se perdió en algún álbum sin título.
Nuestro beso nunca llegó a ser concebido eficaz como el rencor que emana tu mohín.

Quizá mi defecto más grande sea que te conozco demasiado,

quizá tu defecto más grande sea que a pesar de los años
todavía no aprendiste el arte de besarle los pies a una mujer con discreción 

...y ahora que me siento bien, apago la luz.

domingo, 26 de mayo de 2013

Las palabras se han creado para comunicarnos absurdamente, para globalizar los sentimientos.
Para ejecutar universalmente todo aquello que es propio de la especie humana.
¿Pero son estas palabras suficientes para reducirnos a un todo? ¿o son más bien formas de ampliar la nada? Esa nada misma que nos inunda. Esa nada que nos azota conjuntamente.
Una nada amenazante y estéticamente bella.
Adornamos nuestro lenguaje, y nos mordemos la lengua que sangra hemorrágicamente.
Y aunque podremos hablar distintos idiomas, siempre estaremos atravesados por las mismas vivencias, las mismas dudas, l
os mismos cíclicos días de otoño amarillo, las mismas nostalgias, los mismos anhelos, las mismas penas y los mismo amores. Simplemente porque estamos hechos de las mismas lágrimas.
Es una condena ineludible. Una lección magnífica y aterradora a la vez.
Porque hay un abismo insoslayable entre el yo y el nosotros. Entre el nosotros y el ellos.
Porque si comprendemos esto, seremos capaces de conquistar el mundo entero.
No importa cuánto alteremos los combatientes. Habrá siempre una sorda lucha, una guerra muda.
Serán siempre ganadores y perdedores, los protagonistas del vil sistema que nos asfixia. 
Somos irreconciliables y hasta antagónicos. Divididos por hemisferios conspicuos que detentan el poder de mantenernos distantes, no importa lo mucho que conectemos nuestros mares y nos empeñemos en anular dicha separación. Somos el Pacífico y el Atlántico.
Y como la homogeneización no existe, si ahora creemos que nos hemos buscado la vida entera y por fin encontrado... eso no es más que una efímera ilusión. Porque sólo somos el ingenuo público de un cínico mago que  no hace más que engañarnos con nuestra complacencia de ser engañados. El objetivo del mago es oculto y constante, y consiste en buscar el método más sutil que consagre la mejor forma de hacernos padecer el engaño. 

Mientras tanto, será mejor que paguemos el boleto de la sátira función; que nos acomodemos en la butaca y que dejemos que esa mentirosa magia nos persuada de que es ésto es la realidad y la única posible.

jueves, 23 de mayo de 2013

Un punto de inflexión.

Le quitaron el paraguas, y aprendió a caminar tupida bajo la lluvia.
Las gotas, tibias, caían sobre su piel. 

Sobre sus brazos aterciopelados, sobre su torso desnudo.

No tuvo miedo.
Por el contrario, se sintió inmune a los peligros de andar acompañada sólo por su sombra en la gris ciudad.
Con una ráfaga de ímpetu aceleró su paso inestable. Y siguió por la misma acera.
No cruzó de vereda porque sintió que eso sería reconocer la inminencia de la turbia soledad.
Ya eran más de las 12 e imaginó a todos los hombres del barrio durmiendo arropados en un lecho cálido y matrimonial. - Qué conformismo estúpido- pensó.
La búsqueda nunca caducaría mientras en su pobre completud de mujer insatisfecha hallara un sesgo de voluntad para continuarla.
Jamás echaría raíces, pues ni ella ni su imprudente orgullo se lo permitirían.

No obstante, decidió que sería un día lleno de luz, aunque el sol no se dejase percibir.
Decidió que simplemente se entregaría a la volatidad del tiempo 

aunque sin ser consciente a diario de sus consecuencias.
Decidió que en su almanaque era ya el momento de dar vuelta la página.

Es por mí por quien doblan las campanas... Y n
o en vano he sufrido mil inviernos a la deriva de un ancla que me estribe eternamente, se dijo con una pizca de voz endeble.
Pensó en caminar con otras sombras... 
pero a fin de cuentas supo que seguiría siendo su propia sombra la primacía de su compañía.  

miércoles, 15 de mayo de 2013

Oh L'amour.

Yo le digo No a la institucionalización del amor. Cacheteo a esa corriente, le doy la espalda.
Yo pinto carteles en su repudio y hago sonar
 en su contra las cacerolas que tengo guardadas en mi cocina. 
Yo confecciono panfletos y los reparto por las calles atiborradas de sustancias animales animadas y racionales.
Yo hago esto como si fuera parte del arte, como si fuese un tributo hacia la construcción de la auto-consciencia de la humanidad.
Soy una mujer incapaz de someterse y prestar obediencia al bochornoso suicidio en masa del que hoy es víctima el sentimiento en nombre del cual a lo largo de la historia se han hecho las más maravillosas hazañas: el amor. 
Porque el amor pertenece a la esfera de lo irracional. 
Pertenece a aquella dimensión mágica como lo es el acontecer de una aurora austral.

El amor es el mecanismo secreto del cual no nos hemos de enterar jamás de su funcionamiento. Es un secreto de Estado. Es clandestino, es prohibido, desafiante. Son las redes que tejen la telaraña del mundo.
Puede ser una angustiosa libertad o una dulce prisión.
Porque cuando cae en las redes de la cotidianeidad, se racionaliza, se vuelve predecible y probable. Como una empresa o una ciencia que requiere administración continua.
Es entonces, cuando deja de ser esa inocua masa amorfa y comienza a adquirir visualmente una figura, leyes y teorías determinantes, como la oferta y la demanda.
Cuando abandona el carácter mítico, todo en su plano parece explicable. Se torna aburrido. Se vuelve mera obligación rutinaria. Abandona la esfera de la fantasía. Y así es como, desprovisto de imaginación, termina uno besándose con su amado en el recreo, cuando se levanta temprano por la mañana o mientras espera un colectivo.
Ante los ojos del Universo entero y ante los ojos de nadie.

Porque el amor cuando se instituye con reglas, se burocratiza.
Se vuelve una mercancía más. Se vuelve manipulable y dócil.
A tal punto que parece somos capaces de aprisionarlo en nuestras manos, como si fuese éste uno más de esos juguetes antiguos de los no podemos (ni queremos) desprendernos por el simple hecho de que antaño pertenecían a una época de infancia despreocupada, de felicidad indiscutida y permanente.
Nuestra naturaleza es cobarde y despiadadamente nostálgica
.

Entonces simplemente no sepamos por qué somos adictos al amor. No sepamos tampoco de dónde viene su receta ni su ingrediente especial. Ése mismo que lo hace tan exquisito al paladar.
Simplemente consumámoslo como a un chocolate, sin perder el delicioso miedo de que algún día se acabe.

lunes, 13 de mayo de 2013

La ceniza se veía desde su cigarro como inmaculada, estática, virginal, quieta.
Calma.
Como todo últimamente, pensó...
Como los árboles otoñales de allá afuera, que parecen inmunes al paso del tiempo.
Atemporales; no envejecen así como tampoco crecen. Y en cuanto hacen un ademán de movimiento, son podados con el objetivo de mantener el orden.

Y mientras los días se sucedían cíclicamente, sus escasas ramas invitaban a treparlas, a arrancarles un jugoso durazno no perecedero. Con el temor de que quizá ese fuese el último que daría.
Y así fue como guardó, para comer de postre, un durazno en la heladera.
Y así fue como fue posible buscar en la heladera un durazno inexistente.
Éste mayo es para cambiar pensaba, pero lo que se ve quedará como los ojos son capaces de captarlo en este instante.

Efímero y eterno.

domingo, 12 de mayo de 2013

De aquel sorbo sólo me quedó un sabor amargo.
El sorbo era tan fuerte que se arraigó en cada una de mis células, fundiéndose con mi sangre y siendo ahora azúcar para mi organismo.
Azúcar potencial y propicia para la holgura de mis creaciones.
Ese maldito azúcar que da rienda suelta a mis pasiones.
Azúcar sátiro, azúcar piadoso.
Llamémoslo sólo azúcar.
Y de repente un hombre irrumpe contra las paredes de porcelana de mi taza-casa, las toma arbitrariamente. Descortés y sin permiso alguno. Un hombre cuyo rostro no logro reconocer.
Toma una cucharita 
¡Una maldita cucharita para un azúcar maldito!
Y yo, que estoy en el fondo, a la izquierda y a la derecha de la taza, sólo puedo tratar de quemarle la lengua con mi agua hervida.
Pura y exclusivamente como acto de venganza, lo que cualquier intelectual podría llamar una acción social afectiva.
Y yo veo los labios de ese humano que me es tan desagradable lamiendo líbidamente a la maldita cucharita y  que bosqueja una carcajada dejándola del lado de la servilleta de seda. Toma el platito, toma la taza y ¡glup!
Yo, ya soy un sorbo engullido por un hombre empedernido en saciar su sed. 

Diego y yo






Ella tenía una oscuridad propia y una luz igual de encantadora, que la hacían un ser explosivo y particular.
Ella me miraba a los ojos y me juraba que algún día encontraría su lugar en el mundo.
Ella moría de amor espontáneo cada noche de 
sábado  y revivía de melancolía las tardes de domingo y cafés.
Ella creía en la eternidad, pero por momentos la evidencia de sus pequeñas certezas tiritaban a la intemperie por la asecha de un Universo profano.
Su inhibición era tan larga como sus cabellos y el día en que ella se los cortó, creyó ingenuamente haber perdido, a su vez, un poco de cobardía.
Las dudas caían por su propio peso

¡qué lección tan terrible y magnífica a la vez, es aprender que la realidad es un tanto menos ficticia que los sueños! 
Volvamos al despótico amor de la valentía,
volvamos a tener 4 brazos, dos abdómenes y dos sexos diferentes.
Volvamos a estar juntos. Volvamos a ser uno.
Como esos años de crudeza somnolienta y promiscua niñez.
Soy masoquista de este juego tan tirano.

Todo comenzó algún tiempo atrás.

Mitad consciente, mitad dormida.
El terremoto no sabe de estados. No reconoce de construcciones intelectuales y las causas mítico mágicas, son más bien modelos heterónomos de nuestros pensamientos (y yo te atribuyo cada uno de ellos)
Nuestro encuentro, sin duda iba más allá de la coacción producida entre hombres de la misma especie.
Podría resumir que él estaba ahí para mí, desde antes del sábado.
Desde siempre, él estaba ahí.
Más bien, diría que  nunca me había abandonado, a pesar del curso de los años.

El amor no existe, pensé. Y tus besos son manifestaciones físicas no espirituales de tu inmadurez.
Y te odio porque si veote vuelvome vulnerable como un anciano sin su bastón, y cada vez que cruzo la calle para encontrarte al otro lado, el piso tiembla, las baldosas se resquebrajan, el cielo blasfema y el corazón se me vuelve taquicárdico.
Sos el símbolo de mi patología amorosa.
Sos el desastre más simétrico y perfecto.
Sos un punto en una línea cualquiera,

pero tambien el lugar de convergencia donde tu punto y mi punto, se conjugan formando un pretérito carente de futuro.
Y estamos condenados a ello, y jamás podré yo desprenderme de esa línea que me lleva con fuerza desmedida hacia los confines del abismo más subrepticio.

domingo, 5 de mayo de 2013

http://www.rototomsunsplash.com/es/noticias/social-forum-2012/3118-zygmunt-bauman-qabbiamo-il-dovere-di-prendere-il-controllo-delle-nostre-viteq

Tu impertinencia.

Me desperté y pensé que el domingo pasaba por la ventana.
Miré una vez más el reloj y preparé el café.
Esa reminiscencia me perturbó el descanso... No, definitivamente no podía ser que ahora necesitara de un peluche para dormir. Y no de cualquiera, cuando la absurda necesidad me atacó pensé en ése mismo. En ése peluche: con exactitud y sin vacilar. El mismo que había estado recluido en el armario, con la más alérgica capa de polvo, durante años ya, aguardando la madrugada 
de sábado, perfecta, lluviosa, con único fin de atacarme. 
Y ¡ZAZ! le puse un poco de perfume y lo acosté a mi lado. Me pareció fantástico sentirme acompañada, como en los viejos tiempos en los que mamá me contaba un cuento antes de dormir, y nosotros, mi peluche y yo, la escuchábamos estupefactos con las oídos atentos.
Una vez dormida, las cosas se fueron complicando... El peluche se personificó y me hizo el amor.
Nada tenía sentido al despertarme. Los ojos me pesaban una tonelada, la panza se gruñía y se quejaba de 
los escasos mates poco antes cebados como cena.
Me desperté y el domingo seguía pasando por la ventana.
Es curioso, era el día de la risa y yo uno de sus instrumentos.