tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 26 de marzo de 2014


Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.

Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.

Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.

Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.



viernes, 21 de marzo de 2014

Deberás amar.

Mis afectos son mi brújula.
Es así, si no los veo con frecuencia, hay algo en mí que se desorienta, se descalibra.
Como una guitarra vieja, me desafino.
Pierdo el rumbo y me angustio.
Y de nuevo, en un impulso, tengo la certeza de que el amor es el Norte, aunque no sin alguna que otra lágrima de por medio (a veces con más de las que me gustaría)
Pero qué importa, me digo, si el dolor sórdido es el que finalmente me desafía hacia la renovación.
Es la tristeza la que me empuja incesante y la que me esclarece en las penumbras cuando estoy a punto de caer.
El amor es la pregunta, pero también es la respuesta, es el único lugar hacia el que se puede ir, el único punto de partida y el único punto de llegada. El único refugio que brinda una real seguridad, el único amparo del frío de la soledad.
Necesito de la cotidianidad de los míos, de un abrazo, de un beso.
Uno necesita ser mejor persona.
Yo necesito construir, sin mezquindad. Hablo de construir positivamente, hacia arriba, sin rencores, ni mala leche. Porque el trato impersonal destruye, la comunicación galáctica aleja y no acerca en su ficción de proximidad. La sistematización de una relación distante me hiela el corazón y eso, no me gusta.
Sencillamente amo el acto de amar, y no es redundancia, ni es tautológía.
Estamos hechos para amar de muchas formas y colores, de maneras infinitas, desestructuradas.
Amar es la única manera de no sentirme vacía en este Universo sin sentido.

lunes, 10 de marzo de 2014

Una casualidad tardía nunca se repite.
Porque nunca es temprano para un inconcluso, para un sin-principio, para un sin-fín.
Y son los corazones libres los únicos capaces de darle forma al libre albedrío del amor.
Corazones rapaces que se emborrachan de alcohol y que buscan la oscuridad para despojarse de sus ropas y desinhibirse. Una oscuridad simbólica y compleja que, a pesar de tener las ventanas abiertas, no deja filtrar el sol.
Un espiral experimental que vuelve al comienzo del inicio, como si girara sobre su mismo eje. 

Pero un buen día el espiral en un movimiento de traslación, se torna hacia la derecha y, entonces, su marcha se vuelve contra-reloj. Sin percatarse de que sigue dando vueltas, pero en el sentido contrario.
Es que no es fácil cambiarse de carril, aunque quien abraza al corazón libre ha de ser, preferentemente, un espíritu valiente.
Un espíritu salvaje y caníbal que adore las junglas más que a los contratos de la civilización. Porque el amor, en la civilización, es Orden, es Moral, es contradicción antagónica al deseo prohibido que imprime su sello reaccionario ante la Ley. 

Un corazón verdaderamente libre, hace y deshace ofreciendo una sonrisa sólo a cambio de un poco de lujuria. Pero también, las más de las veces, el corazón valiente es, a su vez, un corazón sufrido en su trance hacia la libertad. 
Y otro camino se bosqueja para ese corazón: la tarea y la responsabilidad de despojarse de los vicios convencionales amorosos.
Porque si cerramos es porque estamos pensando en abrir, porque si borramos es porque estamos pensando en volver a escribir, porque si queremos algo necesariamente debemos renunciar a otra cosa.
Cuerpo, mente y espíritu se concatenan así, como una sucesión de números, hacia el infinito de las ambiciones de los sexos que buscan hallarse, que buscan jugar al ladrón que arrebata y que después devuelve, y al policía que amaga pero finalmente no reprime. Corazones que ocultan sus identidades, en un juego eterno. El eterno juego es del cuerpo o puede ser de la mente. No hay subordinación alguna, sino superación dialéctica hacia un resultado venidero más próspero y feliz.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Sueños.

Tomo un libro, tomo todas las hojas de mi jardín,
con la certeza de que en sus hojas se condensa la historia de mi vida.
Con mi mano derecha, como una secuencia naturalizada que se interiorizó en mi rutina de insomnio,
tomo un sorbo del agua ya no tan fría que quedaba en el vaso de la noche anterior.
Es el vaso del desvelo, el vaso que uno pone sobre su mesita de luz por si le agarran ganas de un buche en mitad del sueño.

Últimamente sueño cosas que no tienen ni pie ni cabeza,
sueño que soy parte de un ejército de ballonetas que se erigen fusil contra fusil en medio de una muchedumbre no tan desorganizada.
No oigo los disparos, tampoco veo fuego; pero sé que estoy ahí.
Me figuro en las tinieblas de un sueño profundo y estrepitoso.
Un Yo con pelo largo que crece más lento que la música,
y la música huye despavorida del recinto que me acoge.

Y por la mañana, cuando me despierto, siento la falta de inspiración,
encarnada en una mariposa de primavera que se posa sobre el vidrio de mi ventana como pidiéndome con las alas querer entrar. No obstante, no abro la ventana, tengo miedo pero saco la cámara de fotos para capturar el instante con la ingenuidad y la esperanza aniñada de capturar, a su vez, la inspiración que tanto me falta por estos días.
Hago foco, pero es un insecto tan chiquito que se pierde en mi objetivo.
Me frustro.

Y de repente tengo ganas de leer.
Otra vez,
me vuelvo a tropezar con el sueño de una noche anticipada.
Y caigo rendida a los pies del bostezo que anticipa la muerte desprolija de mi cuerpo sobre una cama.

lunes, 3 de marzo de 2014

Aquí y allá

Porque el amor es la causa en Occidente y el resultado en Oriente.

Aquí y allá.

Porque aquí, en Occidente, el amor es libre, fluye, llega y se va autónomo, está exento de estatutos y reglamentos, cada uno lo vive como quiere. El amor no es una aquí una construcción nos dicen desde chiquitos, es algo que simplemente nos invade y casi siempre de sorpresa.
Nos inculcan la idea que cada uno es un ser soberano, que experimenta sin presiones exteriores hasta los sentimientos más triviales y comunes al resto de la humanidad. Nos repiten hasta el cansancio que somos individuos, que somos independientes.

Por el contrario ellos, los de allá, los que están al otro lado del Atlántico, son los que forjan vínculos patriarcales que vemos como repugnantes, aberrantes: impropios de la era posmoderna y liberal que nos tocó vivir.
Valores trastocados, sentidos invertidos que se encausan en la maraña alienada que nos gobierna los espíritus. Y yo me pregunto si es sólo un hecho cultural.
Pero los equivocados somos nosotros, los de aquí. Los que Buscamos al amor, los que no concebimos nuestra vida sin un otro. Desde el momento en que Buscamos algo, ese algo deja de ser "fluido"
Y eso que todos sentimos distinto y al que llamamos con las mismas dos sílabas: a-mor, no puede ser algo que sea realmente igual para todos. Una suerte de comunión fraternal en un tiempo de individualismo y desintegración social? No lo creo.
Por eso, aquí, la Comisión de Intentos Fallidos y Reproches Delegables, en el terreno pantanoso del amor, está llena de denuncias y casos inconclusos, de historias y penurias, de lágrimas de cocodrilo y de bronca podrida.
Porque en occidente, los reyes de las ciencias duras nos demuestran con excéntricas e incomprobables estadísticas y números, que las expectativas son altas al principio de la relación y que esas mismas expectativas decrecen paulatinamente con el correr del tiempo, así como una nube se va desintegrando con la lluvia. Una ilusión que se quema, de la que cada vez quedan menos cenizas hasta que el viento se las lleva todas, una por una.
Porque en oriente las expectativas van en sentido contrario, aumentan a medida que transcurre el tiempo. 
¿Será que nosotros somos los que vamos a contramano?
Porque, allá, del otro lado del mundo, creen en el amor a través de los años, como Fito, como yo, como todos los que estamos de este lado y que no sabemos cómo corno llegar hasta la otra orilla .