tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 16 de agosto de 2017

amor eterno
inconcluso-incompleto,

el amor dura lo que dura
el amor
después, se inmoviliza
y
la foto de ese amor,
es lo único que dura para siempre

el resto
es jurado y extraviado


jueves, 3 de agosto de 2017

El peso de la ausencia es igual a la suma de los catetos de un extravío.
Pérdida distante, lenta y progresiva
se desmigaja en migas como el pan que comen las palomas.
No hay rastro ni estela alguna de tu huella en el cielo.
No hay sonido que me oriente en este mar. La brújula se vuelve ineficaz.
Los días son largos. Mi fortaleza también. Mi soledad, plena.
Naufrago en ella.
Me tengo a mí. No estoy sola.

viernes, 28 de julio de 2017

Del cardón espejado a la neblina espasmódica que suelta sílabas por doquier,
que canta con las piernas cruzadas sonidos enredados,
quien vaga por el futuro buscándose en el pasado.
En la quinta esquina de la ciudad a cada minuto un ángel invisible intenta levantar vuelo y cae al agua, porque lo amarran de espaldas. Sin su vista, pierde el sentido de orientación.
Obnubilado, el ángel furioso abre las alas,
se desangran sus vértebras, su médula se tuerce
y se torna una raíz, del mismo suelo del que no puede despegarse.
 Mira hacia arriba, hacia lo alto, por encima de sí mismo. Detenta furioso y lanza un insulto al despiadado infinito que nunca porta rostro. No sabe de dónde viene, de dónde pertenece. Conjuga ese verbo infinitamente y
sórdidamente, el amor se torna distancia, confusamente, trasmuta alas por raíces, dudas por certezas, se acoraza en sus fortalezas.
No quiere volar, le pesa la libertad.
De este mundo nace la eterna sospecha que reitera como un boomerang cada segundo de esta vida
¿es mejor estar atado a una correa visible que ser ciegamente libre?
Del canto del ruiseñor, no queda más que eco.
 Del contorno sutil de su cuerpo pulverizado, se vuelan sus alas, se despluma su corazón.
 Hace frío y sangra. Se congela.

miércoles, 26 de julio de 2017

¿Paliativo o curativo?
ríos de tinta escritos y versados a discernir la fuerza de un sentir.
No hay respuestas definitivas, no hay teorías que le hagan justicia ni que satisfagan la sed de poner en palabras con significados unívocos e irrevocables lo que es, si es que es, el amor.
Distorsionando distancias y minimizando las circunstancias más adversas,
tornando menos grave lo terrible, evaporando hasta lo que está hecho del material más sólido.
Vértigo que con los años no hace otra cosa que volverse extremo, extraño.
El tiempo es el principio de transformación, lo que nos da la posibilidad de mutar
todos los días.

martes, 25 de julio de 2017

pupilas

Tu pupila es un arcoiris bañado de mar
que me lleva contra corriente
de todo lo que fui
de las aguas que algún día nadé,
de los cuerpos y deseos en los que alguna noche me bañé.
Todos mis caudales se invierten,
y tomar otro camino es inútil,
soy la pescadora de tus tesoros submarinos
 y pecadora errante.
Hacia afuera no sé qué hay
hacia adentro, tampoco.

Me anclo en tu puerto desconocido,
ingreso como un turista - egreso como extranjera
ya de mí misma,
me pierdo en tus tierras que no entienden de fronteras
me encuentro a mí misma
sin ser la que fui
como un trozo de hábitat que quedó desértico
como un paisaje vasto,
cual lienzo por pintar,
toda blanca, amplia
y sin márgenes. Amplia,
respiro.

Ciudad pintoresca que me invita a explorar,
tu iris transmuta en montaña y me vuelvo caminante
de subidas y bajadas, de hambre y de sed
viajera incansable, portadora
de mochilas, de recuerdos,
de gotas de sudor
por esforzarse en llegar a una recta final.
El punto,
y la curva me torna circular
y tu iris espiral me arrastra mar-colina-amor
y pienso, que era necesario tanto extravío
tanto abrazo cálido
tanta mirada sublime
para que las nubes se despejen, para que las aguas clamen y se calmen
en olas que rugen con el afán de lamer el cielo
la lengua de las aguas se dirige a mi, pero en otro idioma
y nuestro lenguaje trasciende las fronteras, se desprende de palabras
para ir y venir, tramando siempre algo más profundo.


La añoranza florece amarilla, 
súbita, 
sin dar explicaciones, sin decir por qué. 
Al asombro le sigue el vacío y el vano intento por comprender el nuevo pétalo emergente, que desafía las reglas de lo conocido. 
Inmediatamente la nostalgia se vuelve café y se la toman de un sorbo como si fuera un shot.
 Escribir para aclarar ciertas cosas. Escribir simplemente para plasmarlas.

Un día recordarás todo lo que tus sentidos te inducían a sentir tan gigante, y desde la cima del monte, donde la fortaleza es uno y todo el más allá es minúsculo, te veré volar como el polvo invisible.
La melancolía se llama martes y por la ventana se ven las nubes, todo gris. Todo. La distancia es mental y clausura toda posibilidad real, por más recóndita que fuera
ella queda afuera.

lunes, 9 de enero de 2017

La simplificación del absurdo no es otra cosa que la comedia de una mujer que despierta hoy siendo mañana, en la misma cama, en el mismo cuerpo, viendo el mismo reflejo.
Es quien vive varada en un mismo amanecer, una misma noche, un mismo día, quien escribe.
Una nueva vuelta se avecina -se rompe el cascarón, se abre el abismo.
El cristal corta, el espejo se rompe. Y el mundo se regocija en su ausencia, la de la sangre ida, la del suspiro que calla verdades y queda flotando con intensidad.
Siempre estremece el silencio de quien está aun sin estar. Se destruye y se vuelve al crear, como dos polos de un continuum. Gestándose en la profundidad del insomnio y una vez más, el río atravesado es ya un camino de rocas calientes por el sol y de deshielos fluyendo hacia la tibieza.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Tomate

Tomate un minuto o dos,
tomate unas horas,
tomate tu tiempo, el que haga falta.
Unas semanas, unos meses, un año
para volver a ver, para observar, para enfocar la mirada
que lleva tanto tiempo perdida.

Tomate el tiempo para correr los velos, para ver más allá
para amar sin capas, para deshojarte como una flor
para quedar desnuda como el corazón de una cebolla,
para marchitarte, o para marcharte si hiciera falta
que nunca es tarde para la vida,
que nace y muere constantemente, que se rompe en fragmentos que se separan y vuelven a unirse
que se regenera, como un hueso que se recupera, a su propio tiempo
sin apuros, con decisión, a consciencia,
 hacelo cuando te tomes un mate,
tomate a la vida junto con el mate
mirá por la ventana y dale tiempo a los detalles que se te escapan
en pos de un milagro absoluto y rupturista,
en pos de un idilio con ansias de perfección
en pos de un todo uniforme que no existe
el todo existe múltiple y disforme, no como una fantasía de cristal
el todo existe, sin mucho que puedas hacer en vistas a su existir
con mucho que puedas hacer en vistas a tu existir.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Como un fantasma, llevo mi sombra y detrás de mi sombra, tu sombra. 
Quiero una ruta, una caricia y un helado. Porque hay días en los que no puedo con mi indiferencia, me consumo en caprichos, con la ira, con el pecado. Lo quiero todo.
Hay días que me sucumbe el diablo, el rojo vivo de la pasión que murió. Los rojos son de amor y de sangre. Rojo intenso, como si fuera todo parte de lo mismo.
La pesadilla retruca y se vuelve más larga, más roja, más negra, parece que me despierto pero sigo entumecida, durmiendo, y voy a recordar de por vida todos los cielos y todos los infiernos que tocamos juntos.

Hay un alba serena que está dentro mío, la gota cae y se vuelve nada como la tostada con la mermelada del lado equivocado. Es todo tan difícil, de vez en cuando me gusta ensuciarme con mi propio barro. Hacertelo saber.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Levanto la persiana. Abro la ventana para tomar aire e inspirarme, es mi primer contacto con la luz después de una noche densa
que se escurrió inhlanado y exhalando humos
y sensaciones que ya no me pertenecen.
Ayer sentí que las noches son dúctiles, como de plastilina, se estiran para alargarse y quebrarse en partes. Pero hoy ya las siento fugaces. Las noches son como la edad, pienso.
Son las diez.
Cada nuevo sol es un fragmento de un pedazo de mi historia que se alumbra a cada mañana.
El café con leche y mucho azúcar, la galletita que siempre se me rompe, siempre se me parte en dos. La ya conocida imagen de la mitad de la galletita flotando dentro de la taza. Mi lucha constante por agarrarla con la cuchara antes de que se desmigaje, de empujarla hacia el borde y alzarla hasta la salida del pozo que parece un tazón. Tratando de correr a contralej para que no se deposite en el fondo. Ese hecho catastófico es lo único que puede llegar a amargarme el día.
Aprendí que cuando las cosas que pesan es mejor dejarlas en un rincón y no cargarlas
cuantas menos cosas lleves en la mochila, mejor. Cuando viajás intentás hacer eso al menos, pero en el camino cotidiano es también una gran estrategia.
Menos arrugas, menos curvas en la espalda y más liviandad
es mejor, dejar lugares huecos, vacíos inmensos incluso antes que llenarlos de cosas incorpóreas
porque todo eso que no tiene volúmen, es efímero y está condenado a desaparecer, está obligado a perecer de una muerte súbita.
Tomo un sorbo y se me viene una imagen y un pensamiento a la cabeza y de pronto, tengo una certeza
prefiero un jardín por plantar a un ramo de flores marchitas.
Revuelvo el café porque hay azúcar que todavía no se disolvió y cuando me lo termine lo voy a odiar al verlo apelotonado como una montañita y recién ahí voy a entender por qué sentí que no alcanzaron esas 3 cucharadotas.
Este tiempo aprendí a escuchar y a escucharme, a descentrarme. Me volví un electrón y ahora orbito, deambulo y reconozco que no soy ni tan especial ni tan descomunal a no ser por mi nombre.
Soy una entre muchas. Tengo rulos, como muchos y muchas.
 Tengo sangre y huesos rotos dentro mío, arrastre de una tragedia que me vuelve humana. Y ahí estoy, paso mi tiempo. Reconstituyéndome, reparándome
porque las cosas si están vivas se curan, todo lo que se mueve está vivo, mutando y quien se resiste al cambio fracasa de antemano porque se fabrica él mismo las celdas de una cárcel que no existe.

jueves, 27 de octubre de 2016

La apriencia se disfraza bajo un velo superficial,
se desnuda seductora de sus ropajes accesorios.
La mirada atisba su pose artificial en lo que se ve,
por un instante el jardín de sus sentimientos florece
acto siguiente, cada hoja se marchita antes del invierno infortuito.
El mundo está loco, los trajes nos enamoran,
los pájaros cantan a la noche y el sol ya no sale a la mañana.
Pero los sabios prefieren amarrarse a la belleza inmutable que morir junto a lo inútil y perecedero.

martes, 18 de octubre de 2016

El tiempo.

El tiempo es dualista. Bendito y maldito. Profundo y liviano. Espeso y etéreo. Relativo y absoluto. Fugaz y eterno. El tiempo es y no es, existe y no existe, acontece y en un instante se detiene.
El tiempo es un todo finito, nace para morir, muere para volver a nacer. Lo bueno y lo malo mutan en su centro, desenvolviéndose hacia su periferia.
En el tiempo discurre el movimiento y la quietud, lo amorfo y lo insustancial se transforman hacia la densidad de la experiencia.
El tiempo es un viaje para navegar las lágrimas y hasta naufragarlas, es una sonrisa efímera que deja ecos en el mar.
Al tiempo hay que vivirlo porque no hay tiempo para pensarlo. En el pensamiento agoniza el resplandor y la magia pierde su vuelo aterrizando para estancarse abruptamente.
El tiempo es una copla de silencios, un destello de sonidos maquiavélicos.
Al tiempo le fascina jugar con lo perecedero, con el frágil instante en el que es vida y con el delicado acto que se suscita desprevenido.
El tiempo amanece y se acuesta despeinado, con el grito atascado, con los labios despintados.
El tiempo es mundano si se vuelve cotidiano. Y cada mañana, nos mira en el espejo y deja entrever en su mirada un atisbo de intensidad. Intenso-extenso-excelso.
Nos observa para pidiendo ser rescatado y virar hacia la luz, para ser quitado del infierno del día a día y ser arrojado al acto no premeditado.
El tiempo sueña pero quiere que lo despierten y lo lleven de paseo, que lo arreglen si está roto.
El tiempo es la gran metáfora. Es abierto, un ventanal con las cortinas corridas. El tiempo es todo lo que mi imaginación quiere que sea. Es mío y es de todos, es singular y es plural.
Por eso, si fuera un animal sería uno salvaje, indomable.
El tiempo es inaprehensible, inalcanzable, inabarcable cuando lo intentamos atrapar.
Como si fuera la cima de un cerro, se ve  cercano pero se siente tan lejano ¿o al revés?
Por eso intento fijarlo, escribiéndolo al tiempo. Es el tiempo en el que escribo, escribiéndome en el tiempo. 

domingo, 25 de septiembre de 2016

Dar y recibir,
inhalar y exhalar,
amar y odiar,
sonreír y llorar,
caminar y parar,
destruir y construir.
Arriba y abajo,
izquierda y derecha.
Dos caras en una misma moneda.
Dos polos de un continuum
es entender que siempre
lo uno y lo otro
son parte de lo mismo.