La apriencia se disfraza bajo un velo superficial,
se desnuda seductora de sus ropajes accesorios.
La mirada atisba su pose artificial en lo que se ve,
por un instante el jardín de sus sentimientos florece
acto siguiente, cada hoja se marchita antes del invierno infortuito.
El mundo está loco, los trajes nos enamoran,
los pájaros cantan a la noche y el sol ya no sale a la mañana.
Pero los sabios prefieren amarrarse a la belleza inmutable que morir junto a lo inútil y perecedero.
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