tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

lunes, 23 de diciembre de 2013

Baldazo de agua fría.
Tendencia a la inautenticidad, necesidad de reproducción, ansias de prolongación externa y de dejar descendencias antes de abandonar este mundo infinito.Y, ante todo, el miedo.
Los hombres y mujeres, como seres finitos, son posibilidad. Posibilidad de todas las cosas imaginables, de salir a tomar un café, de irse del país, de bailar... pero en cada una de estas múltiples posibilidades, está la posibilidad de morir.
1- Morir luego de vivir a consciencia una vida propia, dominada por la propia voluntad, por el dasein sujetando las riendas de su caballo;
2- O morir luego de una larga vida subyugada a la inautenticidad.

Pocas veces ocurre lo uno, sino más bien lo segundo. Porque escapamos a través del SE: se dice, se hace, se supone ¿pero quién es esa suerte de Dios anónimo que maneja los hilos de nuestro accionar? Es paradójico vivir en una era de creciente ateísmo y que, sin embargo, la mayor parte de la gente, a pesar de no creer en ningún Dios, se esclavice y renuncie a sus decisiones dejándose dominar por la voluntad de un Dios anónimo. Es la era de la masividad, de la dominación a través de entes: ellos son los medios de comunicación. Monstruos que moldean la consciencia social a gusto y piacere de sus conveniencias. Monstruos de televisión, a merced de esos grandilocuentes dueños de cadenas y cadenas de medios que promulgan la libertad de expresión y que, mientras tanto, con sus tejemanejes anulan la independencia del hombre, su reflexión, su capacidad crítica.
Fenómenos del XXI.
¡Papi, le tengo miedo al diario, a la radio y la televisión!
...hoy me hicieron llorar.

martes, 17 de diciembre de 2013

Me subo al fuego de tu juego,
como el día que le sigue a la noche.
Sin pensarlo abro los ojos
y vuelvo inmediatamente a cerrarlos
como el miedo a un golpe
como un reflejo
instantáneo
como el café
de mis días eternos
que me desvela ante la luna,
como el pasar
por este cosmos quejumbroso
sin una razón,
nosotros
andamos jugando.
Los mismos de siempre
 ávidos
ingenuos
compulsivos
el uno,
escindido
en dos.
Siempre el verso que completa la estrofa.
Pero el día corre a la noche,
no nos olvidemos,
corre tras la sombra del sol
corre tras el agua del río.
Porque está cansada,
porque
está. 

Siempre está,
y por eso está cansada.
Me gustaría enamorarme
de una sonrisa, de un carácter, de un abrazo.
Enamorarme de un pedacito de cielo
y no de la inmensidad de la Vía Láctea.
Quisiera no ser tan ambiciosa
porque dar es dar
como más por menos es menos
y menos por menos es más
¿por qué siempre prefiero el más que el menos,
las dimensiones deslumbrantes antes que lo muy ínfimo?
Me gustaría soltar un poco más y amarrar un poco menos,
soltar el cuerpo, la pollera, el momento,
amarrar el instante, el día, la luna.
Me gustaría irme a vivir con su paz
con los árboles del arrabal.
Y ante todo esto yo me pregunto
¿cómo no hacerme pedacitos?
Si todo es tan tentador
que me dan tantas ganas de festejar
de desmigajarme, 
de dejar de ser pan
porque uno necesita de vez en cuando de la carne.
Dividiéndome,
dividiéndonos
y disfrutando de esas pequeñas cosas
aunque sin saberlo.
Eso es.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Musas

Las musas llegan caminando y se van corriendo. Nadie sabe por qué andarán tan apuradas.
Nunca les sobra un segundo y para ellas el momento es siempre ahora. En el preciso instante en el que las veo llegar, ya las puedo ver marcharse a paso ligero. Me doy prisa para que no se escapen, pero dan pasos tan largos que mis pequeños pies no llegan a seguirles el ritmo. En el trajín, mi sosiego se claudica en el hermetismo del silencio y no salen las palabras para gritarles que me aguarden. Las pierdo de vista. Las persigo y doblo con ellas la esquina, por un momento las vuelvo a encontrar.
Es como una imagen figurada: las palabras están apelotonadas y es preciso ordenar ese pelotón para darles forma en prosa. Para que me entiendan los demás y a su vez, para entenderme yo misma.
Así como entiendo que la yerba y la bombilla se complementan mutuamente, como el beso y el abrazo, el día y la noche, el sol y la luna y toda esa infinitud de parejas desparejas, opuestamente atractivas, que ejercen una dualidad inseparable en la numeración y en la asociación que hacemos de sus ideas.
Les rogué a las musas que no me comprometan, pero fue un esfuerzo inútil, pues ellas ya habían tomado la decisión avasallante de plasmarse en el papel, de volcarse como reinas de la tinta china y de ocupar el centro de atención... Porque no se conformaron con el margen del papel (nunca se conforman con un poco) sino que quisieron ubicarse en el medio de la hoja, grandes, inmensas, majestuosas, sin dejar lugar a las que vinieran después de ellas. ¡Musas egoístas! - pensé. Y ellas, cristalinas, rieronse de mi, maliciosas y omnipotentes como un clavicario de huesos que saben que son la médula de la columna vertebral de la espalda y del bipedismo.
Sin las musas no podemos mantenernos de pie, ni erguidos, son como el calcio que mantiene saludable toda nuestra estrctura ósea. Sin las musas nos encorvamos y en esa posicón, humillados, caminamos como animales. Las musas son la esencia., porque son las musas las que nos permiten crear.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Cita porteña.

Entablar una conexión
de esas que son como una soga milagrosa
de las que parecen débiles
de las que tememos cortar
tal vez por un error
tal vez por un mal movimiento,
y, sin embargo, son esas mismas sogas
las que salvan más vidas
que un salvavidas.
Etablar un vínculo casi accidental,
de esos invisibles
aunque tangibles a su manera,
un vínculo delicado
que nace del ahora
pero que se vive desde el siempre.
Entablar un lazo
de ser a ser
poco superfluo
poco carnal,
en el que el contacto físico es un adorno.
Un lazo efímero,
cálido como un abrazo,
aunque me engañe con tu proximidad despiadada
y mentirosa,
yo lo sé:
es porque estás lejos.
Finalmente,
nostálgica,
exclamaré para mis adentros,
ojalá que el recuerdo de tu presencia
condense un sólido momento
en la eternidad de esta mujer,
unos pocos instantes memorables
que resignifiquen el sentido de mis mañanas.

Etapa.

Cada hombre es un mundo. Y cuando dos hombres se unen; se unen, a su vez, dos mundos. Y entonces el mundo entero se reduce al mundo de los dos, el mundo cosmopolita parece un poco más pequeño. ¿Pero y si todo está ahí esperando a ser descubierto, o mejor dicho, todo ha sido creado ya y no hay nada que descubrir? Vivimos una era en la que estamos siendo puestos a prueba a cada paso. Es lícito preguntarse también ¿pasos hacia dónde estamos dando? Tal vez no haya un único camino y las múltiples y libres interpretaciones no sean tajantes ni determinantes. Ni libertad absoluta y despojo de toda tendencia a la obediencia y a la sumisión; ni completa dominación a un Ser superior. Tampoco hay verdades en estado puro, sino que hay, más bien, tantas verdades como hombres en este planeta. Y volvemos al mismo punto en que nos encontrábamos al principio, como un trance circular que nos devuelve al mismo lugar inicial.
Como parte de esta especie humana, de esta raza que ha sabido manipular exsacerbadamente a la Naturaleza, he llegado al punto máximo de la duda como base de la existencia, a la cúspide de la incertidumbre. Y cuando uno llega a ese punto, en el que se satura de dudas sin alcanzar tantas sólidas certezas como le gustaría, se rinde y alza una bandera blanca. Uno se rinde de tantos axiomas inconsistentes que fundamentan premisas incuestionables y dadas por verdaderas a priori. Porque cuando se da cuenta uno de que nada ha creado, se siente uno muy triste. La herencia es antes que una virtud, una traba al libre albedrío (si es que existe) La herencia es una condena, una tranquila y cómoda condena para adecuarse al molde humano.
Tal vez sea necesario pasar por tanta duda, tanto incierto, tantas preguntas y tal vez, también, sea bueno no amarrarse a ninguna conclusión para que las conclusiones no rijan nuestra vida. Es preferible, superar esa etapa y arribar a otra más genuina y afable, aunque pueda categorizársela de amorfa por transparente e impalpable.
Siempre es mejor la comprensión de la nada
que la ignorancia de la misma.
Siempre es mejor situarse en el medio
o más allá del bien y el mal.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

De pronto el pez volador entabla un amor efímero con la nube de algodón. Se enamoran en la distancia poco cuantificable entre el mar y el cielo.
Como el pez vuela muy alto; la nube colisiona con el mar, negocia con él para tornarse agua y estar un poco más cerca del pez. Pero la nube se olvida de que en el agua ella no es más una nube, sino que se vuelve una ola trivial de marea. La nube hace el sacrificio de cambiar su hábitat, y todo por amor.
Los días grises, la nube ya no es posibilidad de lluvia, ya no es el amparo de los hombres ante el sol.
La nube lo cambia todo por su amor. Mientras el pez sigue nadando con su cardumen, sin percatarse del sacrificio de la nube.
Un día el sol se enoja con la nube, la acusa de haber traicionado a los astros y a los cielos por un caprichoso romance estacional. Y la nube llora, llora gotas de lluvia en el mar salado. Y esas gotas de lluvia se pierden en el océano.
Todo está muy triste entre los dos. El pez quiere a la nube y la nube quiere al pez, pero se quieren de una manera distinta.
Así, como cualquier día, diéronse cuenta el pez volador y la nube, que era mejor seguir cada cual su destino: ella en el cielo y él abajo, en lo profundo del mar.

lunes, 9 de diciembre de 2013

A mis tiempos.

Cuando lo más chico se va agrandando, lo más grande va haciéndose más chico. Eso que añejo nos parecía gigante, ahora, va tornándose paulatinamente insignificante, como una mosca en el espacio. 
Y lo más pequeño es como un quiste que se ancla en nosotros, que duele y condensa las sensaciones. 
Pero es un dolor especial, de esos que reconoceríamos a la distancia. 

Sentir es más arriesgado, pero también menos aburrido. 

Somos un dassein arrojado ahí, despojados de toda certidumbre, con la única esperanza de conseguir alguien u algo que nos brinde una mínima cuota de seguridad. Tenemos la libertad y la consciencia de nuestras acciones, pero siempre tratamos de rehuirlas, de depender de fuerzas mayores e inciertas. Tratamos con vehemencia de escaparle a la idea de que todo es consecuencia de nuestro errar y acertar.
El destino, las energías... Existen, claro. Pero no todos nuestros actos y cobardías pueden ser delegados a esas fuerzas mayores. Hagámonos cargo, seamos responsables de nuestra vida. Y no intentemos apaciguar la tristeza de lo que no  pudo ser con el "por algo será" ¿Por algo será? Por algo será que el que no arriesga no gana. Simple.
Últimamente me he dado cuenta de lo rebuscados que somos. Como un ovillo muy muy enredado, en el cual el hilo va dando vueltas y vueltas y los nudos son grosos.
Bueno, empecemos a buscar la punta del hilo, la punta de ese bendito caos. 
Acomodarse, de a poquito
Con los tiempos propios. Pero teniendo esa consciencia del tiempo.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Lago en el cielo

Un lago en el cielo,
quiero ser suave,
para evitar tu dureza.
Apago tu fuego,
enciende mi agua
y puede que no haya certezas.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos.
Sé por tus marcas
cuánto has amado
más de lo que prometiste.

Hoy te apuré
(estaba tan sensible)
son espejismos que aumentan la sed.
Y si adelanté,
no me hagas caso,
a veces no puedo con la soledad.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena es mis manos.
Sé por tus marcas
cuánto has dejado
para olvidar lo que hiciste.
Sentir, algo que nunca sentiste

Sos el paisaje más soñado
y sacudiste las más sólidas tristezas
y respondiste cada vez que te he llamado.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos.

Un lago en el cielo es mi regalo
para olvidar lo que hiciste
Y sentir algo que nunca sentiste.

Hacerte sentir algo que nunca sentiste.