tinta y pluma pa volar

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lunes, 9 de diciembre de 2013

A mis tiempos.

Cuando lo más chico se va agrandando, lo más grande va haciéndose más chico. Eso que añejo nos parecía gigante, ahora, va tornándose paulatinamente insignificante, como una mosca en el espacio. 
Y lo más pequeño es como un quiste que se ancla en nosotros, que duele y condensa las sensaciones. 
Pero es un dolor especial, de esos que reconoceríamos a la distancia. 

Sentir es más arriesgado, pero también menos aburrido. 

Somos un dassein arrojado ahí, despojados de toda certidumbre, con la única esperanza de conseguir alguien u algo que nos brinde una mínima cuota de seguridad. Tenemos la libertad y la consciencia de nuestras acciones, pero siempre tratamos de rehuirlas, de depender de fuerzas mayores e inciertas. Tratamos con vehemencia de escaparle a la idea de que todo es consecuencia de nuestro errar y acertar.
El destino, las energías... Existen, claro. Pero no todos nuestros actos y cobardías pueden ser delegados a esas fuerzas mayores. Hagámonos cargo, seamos responsables de nuestra vida. Y no intentemos apaciguar la tristeza de lo que no  pudo ser con el "por algo será" ¿Por algo será? Por algo será que el que no arriesga no gana. Simple.
Últimamente me he dado cuenta de lo rebuscados que somos. Como un ovillo muy muy enredado, en el cual el hilo va dando vueltas y vueltas y los nudos son grosos.
Bueno, empecemos a buscar la punta del hilo, la punta de ese bendito caos. 
Acomodarse, de a poquito
Con los tiempos propios. Pero teniendo esa consciencia del tiempo.

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