Tu pupila es un arcoiris bañado de mar
que me lleva contra corriente
de todo lo que fui
de las aguas que algún día nadé,
de los cuerpos y deseos en los que alguna noche me bañé.
Todos mis caudales se invierten,
y tomar otro camino es inútil,
soy la pescadora de tus tesoros submarinos
y pecadora errante.
Hacia afuera no sé qué hay
hacia adentro, tampoco.
Me anclo en tu puerto desconocido,
ingreso como un turista - egreso como extranjera
ya de mí misma,
me pierdo en tus tierras que no entienden de fronteras
me encuentro a mí misma
sin ser la que fui
como un trozo de hábitat que quedó desértico
como un paisaje vasto,
cual lienzo por pintar,
toda blanca, amplia
y sin márgenes. Amplia,
respiro.
Ciudad pintoresca que me invita a explorar,
tu iris transmuta en montaña y me vuelvo caminante
de subidas y bajadas, de hambre y de sed
viajera incansable, portadora
de mochilas, de recuerdos,
de gotas de sudor
por esforzarse en llegar a una recta final.
El punto,
y la curva me torna circular
y tu iris espiral me arrastra mar-colina-amor
y pienso, que era necesario tanto extravío
tanto abrazo cálido
tanta mirada sublime
para que las nubes se despejen, para que las aguas clamen y se calmen
en olas que rugen con el afán de lamer el cielo
la lengua de las aguas se dirige a mi, pero en otro idioma
y nuestro lenguaje trasciende las fronteras, se desprende de palabras
para ir y venir, tramando siempre algo más profundo.
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