tinta y pluma pa volar

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miércoles, 6 de agosto de 2014

La historia

Estos momentos son los que me empujan a seguir adelante, estos momentos hacen que deje de replantearme mi cotidianidad, mi diario, mi día a día, el por qué me levanto cada mañana a leer, a concurrir a un espacio que a veces me es impersonal y ajeno. Una Universidad que es planteada y propuesta como a un mundo desconectado del mundo.
Momentos como este hacen que el estudio no se convierta en un contenido vacío e inhumano, que el estudio no se quede en los libros, en palabras disparadas por alguien, editadas por otro y finalmente consumidas por unos pocos. La recuperación de la identidad de un nieto hace que cada aprendizaje, que cada clase se llene de amor, porque hay un objetivo. 
¿Qué es lo que yo quiero hacer con lo que incorporo, qué es lo que hago con lo que hicieron de mí? Momentos como estos hacen que se ilumine el futuro para ver por un instante con claridad. Si hay una meta, entonces hay perseverancia, hay ansias, hay ganas. Las dudas se disipan para convencerme de asumir una responsabilidad, una muy grande. Una obligación mía para con el resto, responsabilidad insoslayable que muchos rehúyen acorazándose en sus pequeñas ambiciones y anhelos individuales.
La historia no es sólo ente académico, la historia no es repetir discursos,
la historia es de todxs, la historia está ahí para abrir los ojos, para despertar del letargo de la ignorancia que muchos de arriba procuran mantener a las masas, sólo para dominarlas y negarlas. 
Que los hechos nos lleguen a la sangre es reconfortante, porque sólo así el conocimiento es posible de ser catectizado realmente y así ser utilizado para el verdadero bien común. Porque es ahí cuando nos hacen sentir que todos somos parte de eso que se escribe. Que las cosas no se escriben solas de una forma mítica religiosa.
 El nudo en la garganta, hoy, hace que me de cuenta de que no quiero ser parte de una jerga que permanece en su burbuja intelectual, lejos de los hombres y mujeres de carne y hueso.
Estudiamos para ayudar a construir un espacio más humano, para hacer del mundo un lugar más habitable; y sentir que la acción de cada unx de nosotrxs no es vana, ni es una pluma sin peso en el discurrir de los acontecimientos es abrir los ojos, es tener repentinamente el corazón y la cabeza llena de una certeza pesada y no por eso menos bella. 
La historia la hacen los hombres, siempre.
Y eso hace que no me sienta vacía, porque en algún intersticio de algún rincón 
habrá otro hombre u otra mujer que piense como yo.

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