Aguardar, algo, que no se sabe si llegará.
Permanecer, quedarse,
empotrado como un placard,
dentro de una pared,
dentro de una habitación.
Viviendo el mientras tanto,
como si el único horizonte fuera
lo que sucede a la espera.
La trama se torna secundaria,
lo que se anhela es el desenlace.
Y pienso que, de algún modo, esperar es aguantar.
Unos meses, un año...
y si perdura,
entonces,
todo este tiempo habrá tenido un sentido,
habrá sido un tiempo teleológico.
El coito del mientras tanto es vacío,
es instinto e indistinto.
No importa con quién,
no importa cuánto dure,
es un durante,
un entretanto andrógino.
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