tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

martes, 18 de febrero de 2014

-No hagas milanesas de berenjena, porque me traen recuerdos.
Recuerdos a caballo, con queso y salsa. Recuerdos que son berengenales por excelencia, con el sabor agridulce tan propio en nuestros almuerzos. Almuerzos que parecían meriendas por las horas a las que se consumaban, y meriendas que se volvían ya quién sabe qué... Entre comida y comida nos matábamos a besos, y es así que la cocina terminaba devastada, como una ciudad después de un bombardeo. Nunca estuve muy a favor de las bombas, pero cada explosión era un éxtasis endorfínico que me hacía levitar en un pie. Es como cuando estás meditando, ¡exacto! Así era como me sentía cuando nos acostábamos en el sillón durante horas y horas a cuestionarnos hasta lo incuestionable. El pensamiento perdía su peso y se aligeraba a cada palabra. Pero un día él empezó a encerrarse en su cascarón. Un buen día, sacó su cara de perro a pasear y desde entonces, no dejó de ladrarme. Y aunque traté reiteradas veces con la antirrábica, no logré domesticarlo.

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