Yo (te) digo que no te soporto.
Yo, sujeto enunciador, asumo la total y completa responsabilidad de mi enunciado. Tú, la otra polaridad de los sujetos (porque si hay un yo necesariamente ha de haber un tú) te digo que hay momentos en los que prefiero perderte que encontrarte.
Vos calcás mis reflexiones, y yo calco las tuyas. Nos mimetizamos y perdemos la autenticidad que habíamos conseguido, es la triste y clásica disjunción de perder lo que antes era propio.
Puedo entender que no sos consciente de tus palabras, pero hay veces en las que te sacaría los ojos con los alfileres como Edipo Rey de Sófocles. Hay momentos que me surgen ganas de golpearte. Hay momentos en los que me encuentro tan sedada y tan relajada que olvido la enervación que la mayor parte del tiempo me causás.
Hay algo no lógico en mi postura hacia ti. Hay algo siniestro en tu mirada hacia mi.
Hay algo místico entre entre ti y mi, entre vos y yo, entre tu y este ser.
Es probable que mi discurso monologal quede reducido al virtualismo de un blog, o es probable que además de mis palabras, deje toda mi bronca en este espacio. Es probable también, que el que me lea se haga una imagen violenta de mi. Eso no me importa. Yo, sujeto enunciador, asumo la total y completa responsabilidad de mi enunciado. Tú, la otra polaridad de los sujetos (porque si hay un yo necesariamente ha de haber un tú) te digo que hay momentos en los que prefiero perderte que encontrarte.
Vos calcás mis reflexiones, y yo calco las tuyas. Nos mimetizamos y perdemos la autenticidad que habíamos conseguido, es la triste y clásica disjunción de perder lo que antes era propio.
Puedo entender que no sos consciente de tus palabras, pero hay veces en las que te sacaría los ojos con los alfileres como Edipo Rey de Sófocles. Hay momentos que me surgen ganas de golpearte. Hay momentos en los que me encuentro tan sedada y tan relajada que olvido la enervación que la mayor parte del tiempo me causás.
Hay algo no lógico en mi postura hacia ti. Hay algo siniestro en tu mirada hacia mi.
Hay algo místico entre entre ti y mi, entre vos y yo, entre tu y este ser.
Indistintamente vos, tu, usted, tratará de reconstruir mi discurso a partir de inferencias poco consistentes y lo logrará, efectivamente, aunque nunca sabrá con certezas a cuál de los tu estoy apelando yo.
Dejeme decirle, además, que esa elipsis que usted trata de interpretar, ese vacío que está tratando de llenar, no es más que una hipótesis conjetural y no una teoría institucionalizada, por lo que, sus esfuerzos, mi querido, serán ante todo, vanos.
Por eso le digo sin descaro, so pena de incurrir en enemistades, que no sosporto su mirada etnocéntrica, su visión todopoderosa del mundo, su positivismo cósmico, su palabra justa para todo. No soporto al EGO escindido en dos, y por eso no lo soporto a usted. No hay un yo, sin un tú y por lo tanto usted desaparecerá con mi yo.
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