tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

lunes, 30 de septiembre de 2013

Aquí y allá

La pluma deja filtrar la subjetividad en un papel o cualquier otro formato que nos provee este siglo.
Hemosle abierto los ojos y hasta nuestros brazos al nuevo milenio.
Cómplices de un centuria guerrera en donde el amor se ha vuelto mera bandera discursiva.
Superficialidad y ostentación hoy comen de la misma mesa. Nosotros, seres descarados, causa y efecto de lo verborrágico, nos ubicamos en el centro de referencia, en la cúspide del desarrollo cultural.
Hemos alcanzado la civilización, ¿pero a qué precio? Seguimos siendo esos salvajes, pero ya no en su estado puro de libertad y bondad, sino que hemos sido corrompidos por el lujo y los artificios de lo material.
Necesitamos hacerle saber al otro que leemos a Cortázar, a Borges, que visitamos Museos, que nos pasamos los fines de semana en Museos y en otros inmundos espacios de la elite.

Luchamos por lo popular, pero en cuanto nos vemos en el aprieto de vivir sin todos esos lujos y artificios, somos incapaces, no podemos. Es más fuerte que nosotros.
Hemos naturalizado la sociedad, hemos incorporado sus tiempos. Comemos a determinadas horas pautadas por vaya uno a saber quién. Hemos economizado nuestros tiempos y hemos instaurado la categoría futuro por delante de nuestras narices, olvidándonos de la unidireccionalidad temporal que no es más que una continuidad en el espacio, esto es: nos hemos olvidado de la ctaegoría presente.
Decimos tantas cosas inteligentes y hacemos tantas cosas estúpidas.

Somos contradicción, nuestras células evidencian ese antagonismo primitivo. Es una carrera, la estructura mundana es una pista de Fórmula 1: quién llegue primero se llevará el mayor premio que es morir en medio de una asquerosa condecoración. Ya los espermatozoides son el ejemplo inobjetable de que la inauguración de una nueva vida supondrá, necesariamente, la competencia con el otro. Pues un espermatozoide es la antesala de la vida, del niño, y es la inevitable consecuencia de una vil carrera desmesurada por la vida, que se disputa ni más ni menos que a costa del fracaso del otro.
Las dicotomías son contantes en nuestras evaluaciones: ganadores y perdedores, ricos y pobres, buenos y malos, blancos y negros, altos y bajos, y así sucesivamente.
Qué pena me da ser parte de esta basura atómica.
Repito, se ha escrito tanto... ¡pero se ha incorporado tan poco!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario