Entre tanta reflexión, entre tantos saquitos de té, tenía que haber una idea envuelta en edulcorante.
Ahí vamos. Todas mis ganas, todos mis deseos, quedan siempre reducidos a los de los demás. A ver, cómo lo explico.. Mis ganas pierden fuerza, se apagan, se adecuan a las necesidades de otros para esperar envueltas en suspenso la concretación dispuesta a una merced que no manejo. Quedan flotando en el aire, se inflan, se contienen y explotan en la estratosfera hasta que vuelven a ser reactivados por alguien, con otro reloj, con otro tiempo. Y en ese instante es cuando digo: no cuenta cuándo lo quiera yo, al final.. siempre cedo al placer exterior y a la voluntad de todos menos de la mía.
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