tinta y pluma pa volar

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sábado, 2 de abril de 2011

Felicidad, depresión.


Ciertos días amanezco muy  triste. Es que a veces siento que el mundo se complota en mi contra. Otros, irradio luz y sonrisas. Pero a veces, sólo a veces, tengo la impresión de que el trastorno alimentario está latente en cada una de mis células y que nunca va a dejar de acecharme hasta el resto de mis días. Que estoy obsesionada con ser flaca. Que soy una estúpida superficial, y que me encantaría demasiado no serlo.
Cuando camino por la calle o estoy en un colectivo, observo detenidamente a las demás mujeres a mi alrededor. Y pienso.. hago sofisticadas deducciones.. para discernir cuántas de ellas estarán pasando o habrán pasado por lo mismo que yo. Por alguna razón puedo reconocerlas, es que hay algo delatante en sus (nuestras) miradas; que aunque se trate de ocultar, sale a la superficie. La forma de divisar las demás cosas, a las otras personas, la personalidad en sí. Todo. En otras ocasiones hago lo contrario. Admiro a aquellas que gozan de la naturalidad de los kilitos de más o de algún que otro granito chispoteándoles la cara. Quiero que quede claro que no estoy hablando de feminidad, porque a todas las damas les gusta verse lindas. Hago referencia a la obsesión para con el peso, con la comida. Algo que sólo aquellas que lo viven, entienden la profundidad del tema cuando digo que te consume por dentro hasta llenarte de amargura, dándole a tu vida un vuelco rotundo de 180 grados. Succionando más que grasa, la alegría y la luz propia de nuestro ser. Cuando empecé con todo esto, creí que era un asunto que podía manejar, pero con el tiempo fue creciendo hasta escurrirse de mis manos y alojarse en mi vida cotidiana. Y a medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que son muchas más de las que pensé, las que también están metidas en toda esta gran mierda. Un deseo: ojalá algún día la sociedad deje de ser tan materialista y deje de depender tanto del aspecto físico, que no digo que no sea importante, para nada; de lo que hablo es de poder ir a cualquier local de ropa, ya sea Complot o o al Bolishoping y encontrar fácilmente un talle para alguien que no es gordo pero que tampoco es ultra escuálido, y que si está el número de talle requerido, que éste no sea un engaño o falso. Cosas imposibles.. ¿no? Noches que me pregunto la típica ¿por qué a mí? Y después entiendo que es mi forma de manifestar algo que no pude dejar en palabras, algo que callo o callé. No se lo deseo ni a mi más cruel enemigo, que hoy por hoy soy yo. Si pudiera volver el tiempo atrás, lucharía con uñas y dientes para revertir todo esto.
Así, junto con otras circunstancias causan en mí un cóctel de inmensa tristeza. Que no me deja salir de la cama, y mucho menos de mi casa. Me vuelve antisocial. Me dan ganas de escuchar canciones que me auto destruyen y llorar hasta deshidratarme.
Una especie de enferma en idear dietas y salud; que le tiene terror a un simple artefacto como lo es la balanza. Una maníaca perseguida que no recibe el amor que tanto le gustaría o mejor dicho que necesita. Dentro de mí hay una voz que me susurra que sólo el amor me puede curar. Hasta entonces..

"All I need is love" 

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