tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 1 de abril de 2011

A continuación: cómo ahogarse en un vaso de agua.

"Hace muchos años, en plena carrera espacial, los Estados Unidos y la Unión Soviética se esforzaban por ser los primeros en llegar a la Luna. La vanidad, el reconocimiento mundial, el prestigio científico y el presupuesto  de la NASA y su equivalente ruso estaban en juego.
La tecnología era por supuesto la clave. Tecnología y desarrollo al servicio de cada problema, de cada detalle, de cada situación que, con seguridad, se iba a presentar o que imprevistamente podía llegar a presentarse; sobre todo de cara a los efectos de la ausencia de la gravedad y a los demás factores de la vida en el espacio.
La experiencia conllevaba dos grandes pasos, comunes a toda exploración científica: primero, hacerlo posible y, segundo registrarlo todo. Dado que la informática no contaba todavía con microchips, era esencial que los astronautas realizaran registros exactos en vivo y por escrito de cada vivencia, situación, problema o descubrimiento. Esto condujo a un problema tan menor en apariencia, que nadie había pensado en él antes de lanzarse al proyecto:
sin gravedad la tinta de los bolígrafos no corre. Este pequeño punto pareció ser crucial en aquellos tiempos. El grupo que consiguiera resolver esta dificultad ganaría, al parecer, la carrera espacial. Nunca antes en la historia del mundo la caligrafía había resultado tan importante.
El Gobierno de Estados Unidos invirtió literalmente millones de dólares en financiar a un grupo de científicos para que pensaran exclusivamente en este punto. Al cabo de algunos meses de tarea incansable, los inventores yanquis presentaron un proyecto ultra-secreto. Se trataba de un bolígrafo que contenía en su interior un mecanismo de minibombeo, que desafiaba la fuerza de la gravedad. El artefacto era perfecto. Este pequeño invento permitió destrabar, primero, un viaje a la Luna y, después, produjo un cambio fenomenal en la fabricación de bolígrafos (para bien y para mal, gracias a este episodio, toda una generación de jóvenes pudo escribir grafítis obscenos y declaraciones de amor profano en los techos de sus aulas y en los baños de todo el mundo).
Estados Unidos llegó primero a la Luna, pero ciertamente no fue porque los rusos no hubieran podido resolver el tema de la tinta. De hecho, ellos habían solucionado ese problema unas horas después de detectar la dificultad planteada por la ausencia de gravedad… los científicos de la Unión Soviética simplemente renunciaron a los bolígrafos y decidieron reemplazarlos por
lápices."


Es realmente impresionante la capacidad que tiene el hombre para hacer de un pequeñísimo, absurdo y simple problema, toda una misión imposible. Como se crea toda una saga trágica y se nubla la claridad y la capacidad de razón que tanto lo diferencia del animal. Se esfuma la calma y su pensamiento se calienta. La paz se le escapa como humo por la ventana y todo se camufla de negro. Es como “La carta robada” cuento fantástico en el que todos la buscan realizando razonamientos lógicos para averiguar el escondite de ésta, acompañado de un profundo análisis de la psicología del delincuente. Mientras la carta está a la vista de todos, en un lugar sumamente lógico.. pero tan trivial que nadie sospecha que efectivamente ahí se encuentra.
Cuando la respuesta es mucho más sencilla de lo que parece, nosotros mismos nos complicamos la existencia y hasta a veces nos llenamos el camino de piedras. Como desafiándonos. Sin la paz que merecen los conflictos para ser reflexionados, en las primeras instancias pensamos que es un problema sin solución y recreamos en nuestras mentes anticipados y catastróficos desenlaces.

Cuánta razón escrita en palabras. Tan fácil leerlo, pero al momento de implementar todo lo que aprendí de los errores, de las experiencias, de lo leído.. me congelo. Así como lo hago en una prueba de matemática al ver que el resultado tiene más de 4 cifras, pierdo el hilo de la cordura y de la coherencia. Y es exactamente en ese momento, cuando mi cabeza se empieza a maquinar intolerablemente. Muchas veces superado el momento, me doy cuenta que no fue para tanto, que pudo ser peor.  Y esto es lo que J. Bucay genera en mi mente.

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