tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 13 de julio de 2016

El pájaro abre sus alas y se posa de flor en flor,
intermitente,
va surcando las nubes y aterrizando en cada algodón.
Buscando cobijo, como anhelando la suavidad de la compañía.

El pájaro no entiende lo que significa para la humanidad el concepto de tiempo
para el pájaro lo eterno es su vida
y su vida son sus alas, su vuelo
y su vida es su tiempo
El pájaro no sabe de bienes ni de males, el pájaro está más allá      
El pájaro actúa y con fuerza se alza y grita contra lo estéril mundano.
Se escapa lanzando un grito a través de la celda de su cuerpo, el pájaro está más allá.

 En cada recorrido aligera su equipaje, se vuelve más dócil
aunque siempre indomesticable            
porque si una nube intenta amarrarlo, el pájaro la picotea y la nube se rompe en llanto.
Y si el pájaro se cansa del perfume de la flor, aletea y se vuelca a un paraíso diferente.
El pájaro vive en múltiples simultaneidades
y aun así, desfasado, aletea en sincronía al tiempo astronómico y gris
su tiempo es cromo imperceptible que se desvanece sin una luz encendida,
porque el pájaro no ve ni puede ver que entre el gris y el color hay una escala de valores.

El pájaro comprende que en algún lugar una mano le ofrece permanencia,
y titubeante e insegura, la mano intenta apresarlo,
lo agarra y el pájaro experimenta una especie de ahogo
pero la mano recorre sus plumas y consiente su libertad
y la mano se abre
y el pájaro vuela sin dueños,
alto, muy alto
y la mano lo espera sin aprisionarlo
quieta en el centro del abismo del cielo ancho
para que el pájaro vuele
para que el pájaro vuelva
a posarse sobre ella

la mano de néctar, condensa la suavidad de la nube,
la dulzura de una flor y la libertad del vuelo
y sólo entonces
el pájaro vuelve.

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