tinta y pluma pa volar

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sábado, 27 de febrero de 2016

La sed imposible.

Hay un cielo supersticioso que baila y se va,
intangible y serena la noche cuando a las calles las invaden los corazones libres,
los corazones salvajes,
 en su instante desnudo, en su máscara sinfin.
Cuando un corazón se abre a otro, se abre la musa, se crea la prosa;
el papel se vuelve el medio y la palabra el acto que sepulta la mirada.
Y el tacto intenta sin éxito transgredir la libido, cuando lo inhibido deja lugar a una conexión más pura y limpia quizá. Un parlante estéreo refleja el sonido del silencio de unos ojos que se clavan en unos otros y ahora son dos pares que coinciden en ese ahora, en ese presente, en esa visión.
Pero cuando el crepúsculo concluye, la sed se sacia, el corazón entonces calla y la mente habla
las categorías se vuelven móviles y el cambio es inminente, como que de la noche se pase a la mañana.

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