tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

sábado, 7 de febrero de 2015

La misma ventana, inamovible al paso del tiempo, pegada con cemento en la pared, ladrillo sobre ladrillo. Una mujer vestida de azul se va y vuelve al trabajo. El gato se despereza tiernamente sobre la alfombra. Es otoño, hay calidez hogareña y frialdad urbana, las hojas parten y los árboles se desnudan. Imagen poética que se manifiesta ventosa desde esa misma ventana por la que, al menos una vez al día, ella se asoma siempre curiosa como si esperase ver un cambio repentino que le quitara el aliento y la dejara atónita. Pero no. La ventana no sangra y por eso, no cambia. Ella sangra y sangra pero tampoco aprende.
La mujer posee una sensibilidad cuasi escalofriante, siente tanto pero a ella el otro no la siente

¿o es que es ella la que no se deja sentir?

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