tinta y pluma pa volar

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jueves, 25 de septiembre de 2014

Miradas.

Hay miradas que acaloran, que queman y que encienden,
hay miradas que enfrían, que mitigan y que extinguen.
Hay miradas que hablan, que discuten y dialogan
hay miradas que silencian, que reprimen y que omiten.

Miradas, si las habrá, que esconden y disimulan,
que llaman a ser interpretadas pero nunca reveladas.
Las miradas son misterio indescifrable, son materia abstracta,
son lo explícito y lo implícito.

Hay miradas que asustan, que acobardan y amedrantan,
hay miradas que empujan, que incitan y estimulan.
Muchas son las miradas que luchan por conquistar, seducir y cortejar
pocas son las que lo consiguen.

Hay miradas que transmiten cosas buenas, cosas malas.
Hay miradas con las que se ama, hay miradas lanzadas para odiar.
La forma de la mirada es múltiple y disforme. La mirada es una larga línea discontinua.
Las hay tantas como personas, pero jamás pueden haber existido dos miradas iguales.

El poder de la mirada es un poder absoluto que tiene un ser sobre otro ser
y ese poder dura lo que dura el instante que dura una mirada,
puede ser ínfimo y no valer nada, o puede ser ínfimo y eterno, inestimable.
Hay miradas que penetran, hay miradas que no se olvidan, miradas que calcinan.
Con una mirada se comunica, con una mirada se expresan
tantas cosas
como miradas.

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