tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

lunes, 19 de mayo de 2014

Un ruido lo anuló todo bajo el aplauso risueño de las 3 de la mañana. El ojo escuchaba lo que el oído miraba desde el ventanal magenta que se antepone a la avenida. Pispeando tímidamente uno todavía puede ver una alfombra de adoquines por sobre el cemento moderno que atesta las autopistas que se colapsan como un burócrata de papeleo. Con indiferencia; si se puede dormir es porque todavía es domingo. Y si es domingo es porque no está permitido ver las agujas ir a contrasentido, como un alucinógeno, acurrucado entre las páginas de una poesía. Porque volvieron los libros de invierno, los mates hasta bien entrada la noche y las tostadas calientes. El azúcar por encima de lo permitido y los abrazos por abajo de las necesidades calóricas. Igual que los colores al abrigo de la lana, que parece un colador ante el viento bruto de junio, me fascina la multiplicidad de matices que se entrecruzan entre tanto guante perdido y tanta bufanda gastada. Mucho mucho mucho. Caigo como la estalactita o como una galletita desmigajada adentro del infinito té.  Té con miel o sólo té, quiero un poco aunque con un tinte amargo que busca transferencias diabéticas. Del espesor se puede regresar al etéreo obstáculo de la inanición de un solo paso.
De un santiamén.

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