Hay violencia a cada paso,
doblo la esquina y hay violencia.
Miro para mis adentros y hay violencia.
Miro hacia afuera y el mundo es violencia.
Escucho tus palabras y hay violencia,
y cuando callás, tu silencio está plagado de violencia.
Si me mirás a los ojos hay violencia,
y si me apartás la vista, en tu indiferencia también hay violencia.
A veces, que en realidad son muchas,
¡cómo me gustaría hacer un bollito con todo eso y tirarlo al tacho!
O.. ¿por qué no? hacer un gran fuego para usarlo todo como madera
o, en su defecto como material plástico inflamable
y finalmente desaparecerlo... quemarlo.
Pero (y siempre está el pero que pudre todo lo bueno)
lástima que parece que todos estos pensamientos son reciclables
y vuelven hacia mí como un boomerang
y me dan en la nuca, porque estoy de espalda.
Y la nuca me duele, a cada golpe, un poquitito más.
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