tinta y pluma pa volar

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martes, 5 de febrero de 2013

Instrumental


Es preciso que se corte un hilo para dar comienzo a nuevas historias. 
Hay también historias que es necesario que sean demolidas, como el viejo Cine de un pueblo, para que se inauguren otros capítulos en la vida de un hombre. Un hombre que sin duda ha encontrado su gran amor artístico. Porque equívoco es creer que los grandes amores son sólo carnales.
Hay personas que aman a otras personas, que jamás se olvidan de ellas o que, afortunadamente amanecen hasta el último de sus días al lado de ese ser que tanto han querido. O tal vez, el único que han podido querer.
Me pregunto yo ante la soberbia idea de qué tanto nos conocemos, ¿quién asegura que es ese el más profundo amor que somos capaces de sentir? ¿quién está tan seguro de que ese es el latido más veloz que su corazón ha de tener?
Sin duda estamos demasiado preocupados en la inmortalidad, en el querer permanecer imborrables en la mente y por eso nos arraigamos con fuerza a lo que es muy parecido al amor. Y por momentos nos queremos ir... Y por momentos deseamos anclarnos y quedarnos en la eternidad, como las emociones. Emociones eternas que no saben de generación, que no saben de década, de moda o de tecnologías. Esas son las emociones inmutables, con las que nacemos y las que se gestan con el correr de los años, y sí, se hacen cada vez más grandes. Y un día cuando llegamos a viejos, nos damos cuenta que hemos sentido mucho.

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