tinta y pluma pa volar

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lunes, 17 de diciembre de 2012

Incierto afán.

Si proyectara como un cortometaje el bosquejo de otro año, diría que ya sabido de antemano es que, es complicado, sino casi utópico, cumplirlo y plasmarlo tal y cual como uno lo dibuja en su isla de edición mental.
Del todo no estaría equivocándome si dijera que aún así es el motor hacia el próspero ideal.
Dar otra vuelta de tuerca es, sin ir más lejos, el nudo de mi existir. Un nudo que siempre está latente, en desarrollo, que se anuda y desanuda constantemente, que arma y desarma, que va y viene. Que coagula todos mis deseos. Es el corazón de mi mente.
Las despedidas sí que son de esos dolores dulces, pero son dulces sólo porque hay otra bienvenida. Es el momento en el que le doy la bienvenida a asuntos que no sé cómo ni por qué retornaron hasta la superficie.
Me doy cuenta que busco otras cosas, que difieren de las que tuve. La búsqueda sigue viva dentro mío. Porque todavía no logré encontrarme.
En unos días, mi mochila se llenará sólo de lo imprescindible; de lo justo y necesario. Pienso trasladar este mismo sentido a lo que no se ve. Es decir que, lo que me conforma va a seguir siendo lo mismo, pero con una vuelta de tuerca. No voy a dejar de ser yo, sino que voy a tratar de aligerar el peso de mi mochila para que sea más liviano mi andar, para que los hombros no se me venzan de tanto peso. En situaciones como estas caigo en la cuenta de que lo que quiero para mi alma está plasmado de algún modo en lo que hago con el cuerpo. Si quiero llevar los hombros hacia atrás, enderezar la espalda, entonces, atenúo la carga.
Eso es un rasgo característico mio, el hecho de proponerme constantemente encontrar un equilibrio entre ambas partes. Hallarlo y más difícil todavía, mantenerlo.
Voy a dejar todo cuando sea innecesario en Baires. A partir de aquí trazo una línea nueva. La cual aún se forja y gesta porque estoy procesando grandes etapas consumadas en su máximo nivel: el final. Considero este viaje como una reflexión, porque todo desenlace merece una reflexión, para nutrirme de un tallo verde a primera hora de la mañana, para leer un libro a la sombra de una parra, para
 caminar por lugares vírgenes. Se puede decir que.. Nada se puede decir ahora mismo. Porque siempre que se dice, sale el tiro por la culata. Ya lo diré en otra oportunidad, cuando haya sucedido lo que ha de suceder. 
Quiero dejar de pensar a futuro, también me digo.
Para eso, quiero dejar de escribir a futuro. Porque uno escribe lo que piensa.
Porque todas esas palabras que lo esperan al futuro que es ese punto que se encuentra lejos y a las vez cerca de nosotros, están cargadas de expectativas.
Y si hay algo que no quiero llevar a cuestas durante este viaje, son las expectativas.
Porque si no hay expectativas, no hay desilusión.
Y si no hay desilusión, quiere decir que no hubo ilusión.
Entonces p
refiero envolver a todo esto que me pasa, en una bolsa cuya etiqueta diga simplemente afán. Un incierto afán. 

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