tinta y pluma pa volar

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miércoles, 23 de mayo de 2012

Volver.

Dejé de usar este espacio cibernético.
Quedé relegada del blog por un tiempo y no me importó.
Consideré como algo natural el hecho de que, al abrir una nueva etapa en mi vida, lo que me remitía al pasado lo descartaba; más por este motivo que por la indeseable lectura de ciertos seres.
Por suerte, pude apreciar la clarividencia en un relámpago de hermandad, que me indujo a darme cuenta de que estaba parada a la otra orilla de lo correcto. El concentrar en un cuaderno todas mis vivencias esbozadas en un abanico temático extremadamente acotado por no decir único (él) es un hecho insalubre. Como algo inevitable e ineludible sobreviene que mi mente ocupe todo su tiempo pensando justamente en ese tema monótono por excelencia. Y si existen las religiones, apuesto de manera ortodoxa a que siempre la costumbre va a matar al placer.
Algo similar a un diario íntimo, precisamente por no ser público y ser sólo mío, me engañó al creer que me proveería la privacidad que tanto anhelaba y que, sentía, últimamente no tenía acá. 

Aboqué todas mis energías alrededor de un eje central que lejos de darme la libertad que ansiaba, me condujo a una omnipresencia un tanto tétrica y enferma.
Si hablo de mi vida, son muchas las personas que me inspiran. No sólo una. Ése fue mi error.
Supongo que ahora que sé que todo sigue como antes, puedo volver a hacer uso de ésto. 

Parece tonto, pero a veces las cosas más ínfimas cargan un escondido peso y significado en sus entrañas. Y, si empezamos a revertir las pequeñas cosas que no nos hacen bien, el primer paso ya está dado. Así, los motores se ponen en marcha, y lo que antes parecía lejano, se acerca un milímetro para pronto estar al alcance de nuestras manos.

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