Le regalo al viento una sonrisa y él me devuelve una ráfaga de alegría.
En un revés de mañanas en la terraza en busca del tibio febo,
las horas se escurren fugitiva de clases,
con personas tan únicas como el café caliente que me preparo cada día.
Si el mundo escasea de endorfinas,
asumo que probablemente sea culpa mía.
En un revés de mañanas en la terraza en busca del tibio febo,
las horas se escurren fugitiva de clases,
con personas tan únicas como el café caliente que me preparo cada día.
Si el mundo escasea de endorfinas,
asumo que probablemente sea culpa mía.
Muy lindo y me alegra que estés feliz.
ResponderEliminar¿Cuándo volvemos a vernos?
Te quiAro mucho Ilenia.