tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

martes, 20 de diciembre de 2011

Apareció un homónimo.

La sutileza de ir con lo puesto hacia adelante. Fue como un soplo inmediato, casi tan sincero como una mentira desnudada. Espontáneo y pícaro, escondido en el orbicular inferior y superior de los labios. Franco como la honesta declaración de un enamorado, dejó un papel cargado de tinta azul mientras ella dormía, grabado en una cursiva tan prolija como la de un nene de 5to grado. La reclamó explícitamente, como si odiase las vueltas que da característicamente la calesita. Pero me congelé cual hielo en el refrigerador y comencé a temblar. La costumbre impone reacciones, nos implanta un determinado estilo de respuestas y es por eso que cuando nos envían un estímulo distinto nos paralizamos como si nos hubiésemos quedado sin armas para afrontar la más violenta guerra. Y es también en ese catártico momento que nos damos cuenta de que existe la variedad y que no todos somos iguales; que la esperanza que permaneció ocultamente agazapada nunca murió y es por ello que ahora a fuerza de desear con la potencia de los brazos de Hércules, nuestro afán va bajando del paracaídas y aterriza sobre el suelo, sobre nuestro suelo. Quizás era sólo cuestión de esperar hasta que el fruto madure y caiga por su propio peso; y la gracia está justamente en lograr atravesar esa espera sin desesperar. Si logramos esto, podremos alcanzar todo lo que nos propongamos siempre y cuando provenga desde la coraza del corazón.
Soñemos despiertos, soñemos dormidos, soñemos en el mar, soñemos en la montaña. 
Soñemos en cualquier lado y nunca, bajo ninguna circunstancia dejemos de soñar.

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