tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

sábado, 5 de noviembre de 2011

La Capital huele mal.

Pero yo no me siento mal, para nada. Hace un par de horas que vuelve a existir el tiempo y el reloj, los autos, los bocinazos, el tráfico y el barullo.
La nostalgia toma lentamente su lugar. Mis emociones perdieron el volante y ya no manejo el rumbo de mis lágrimas; salen despedidas sin pedirme permiso desde mi iris hacia una partecita de San Juan. "Todo está guardado en la memoira" según León Gieco y en el corazón también para mi que se altera constantemente frenético. Cualquier cosa que veo o leo se relaciona automáticamente con la semana que viví (y no estoy exagerando) Como me dijo Nico: estoy tristemente feliz; porque es la actitud del total de mis sensaciones en este preciso instante. Así como una sabia Florcita me dijo que éste no es el final, sino que es el principio. El comienzo de un gran camino dibujado de cambios, que me recorre las azuladas venas cada vez más intensamente.
Tengo todas las cartas desparramadas sobre la cama y no me animo a abrirlas para volverlas a leer, porque sé que ahora la emoción va a ser diferente. Todas las hojas que me dieron los nenes de Huaco y muy especialmente la de ése nene.
Guardo los recuerdos bajo una caja fuerte, sujetados firmemente para que se mantengan intactos y así frescos para cada vez que quiera traerlos al presente. No me quiero olvidar ni siquiera del más minúsculo y diminuto detalle. Ni del dulce mate cocido, ni la mesa larga del comedor, ni de los viajes en chata a la medianoche mirando las estrellas, ni de las molestas moscas que se me posaban en las pestañas y hasta a veces osaban ingresar en mi nariz, ni de los petequitos, ni de las quejas a la madrugada de las chicas que querían dormir; de nada.
Varias veces traté de cambiar, de cambiarme.. y puedo asegurar que nunca lo sentí tan puro como ahora. Con la vista empañada, veo un horizonte distinto a la orillas de la cual partí. Mis valores tomaron vigencia y acción, para dejar de ser sólo una iluso potencia, y así fue como se renovaron. Darle importancia a lo cotidiano, hasta a lo más mínimo.
La realidad es tan chocante y abrupta que me conmueve. Yo, desde acá tengo tanto. Tantas cosas a las que nunca les presté atención.
Los mimos, los besos, las caricias; son gratis, y nadie debería estar falto de ellos.
No pasó demasiado tiempo del retorno y yo estoy extrañando la vida que me enseñó ese pueblito tan lejano de mi hogar. Aprendí que ahí las estrellas brillan más y que las cosas no son iguales en todos lados, y que importa el lugar desde donde se las miren. Creía que todas las personas llevaban la misma vida que yo, pero no es así. Los nenes me mostraron sin querer que estaba muy cegada. Otra Ilenia nació; distinta ( y mucho) de la que se subió al micro el 28 de octubre de 2011. El mundo sigue siendo redondo pero no es el mismo que el viernes pasado.

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