tinta y pluma pa volar

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viernes, 3 de junio de 2011

Un extranjero en su propio cuerpo.

Silvana Robert







De repente, tan bruscamente, una sensación de asfixia la recorrió de pies a cabeza. Es como un monstruo que la toma por el cuello y mientras ella grita con la boca abierta, la bestia aprovecha y se introduce como aire dentro de sus pulmones y desde ahí controla sus actos. Prácticamente su cuerpo se ha convertido en su segundo hogar. Nadie puede comprender qué tipo de placer es el que siente, ni mucho menos por qué se auto-destruye de tal manera. No puede parar, algo similar a un auto sin frenos que va colina abajo. Siente vergüenza, desesperanza, repugnancia, tristeza; todo un cóctel que la mata lenta progresiva y paulatinamente. Le parece hoy, como tantas otras veces, que nada va a cambiar, que no existe positividad alguna en todos estos reiterados episodios. Lleva en esto años hundida, y se odia por eso. Ni ella misma comprende su situación. No piensa que exista nada que pueda modificarla. Ya está cansada de creer que un día todo va a ser diferente. No tiene fuerzas ni para ser feliz. Quizá la tilden de masoquista y otros dirán que le gusta estar así, que le resulta placentero. Puedo asegurar que no. Sufre. Le gustaría mucho canalizar este mundo desde otra perspectiva, pero los sentimientos sofocados, ahogados, reprimidos, cuestan mucho trabajo sacar a la superficie para revertirlos. Ya no habla con nadie sobre "eso" pues no quiere ser un peso ni mucho menos una carga. Sigue almacenando palabras sin sonido, gritos silenciosos, ilusiones de aire y mentiras de cristal. Es una rutina ya, hace y se arrepiente instantáneamente. Quiere cambiar, realmente lo quiere. 

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