tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

lunes, 2 de mayo de 2011

Nos tomamos un corto tiempo.



Buscar y encontrar. Sería un buen punto ése.
Ya no tengo más fuerzas, ni el mañana me entusiasma.
Cuando todo se convierte en un monotonía y no hay música ni sol que te hagan abrir los ojos, ni voluntad para despegarte de las tibias sábanas. Uno piensa y se plantea que hizo lo mejor que pudo. Como consolándose, como justificándose el hecho de rendirse y la cobardía que eso significa. Quisiera poder dormir un mes entero y despertar después, con el entusiasmo rebalsando como café en una taza. Ojalá. La saturación de mentirte es algo que te enceguece y cada vez se hace más insoportable. Cuando no tenés un hogar. El combustible está ahí, pero el fuego no. Mi casa no es mi casa, por eso voy a la deriva, como un panadero en un pastizal que se va deshojando con el viento. De dónde salió la idea de mundo perfecto, quién la creó. Es una añeja idea. Quién dijo que todo fuese amor y sonrisas que se hornean lentamente hasta concretarse. Estaba errado. Es más, no hay razón para creer en ello. Yo sólo creo en lo que no veo, porque lo que veo no lo creo. Llegué a la conclusión de que provengo de otro lugar, de otro norte. Y llegué hasta esta burbuja a través de la evaporación de mis células, jamás fue voluntario. Y ahora que el frío comienza a apretar, no hay terapia que me ampare, que los colectivos se me escapan, y las amarillas hojas crujen, puedo decir que no quiero pasar otro invierno así y no sé si llegaré a la próxima primavera para ver a las flores salir de su capullo. Realmente no lo sé. No hay fuerza ya, tampoco magnetismo, ni siquiera para leer, y menos para luchar contra la corriente. Tan poderosa y monstruosa que me transforma. Vengo de otro lugar y añoro mis épocas de cuando era normal. A veces la gente se esfuerza por no ser como los demás, dejando de lado lo que implica la anormalidad. Muchas veces, es mucho mejor pertenecer a la manada. Científicos decían que el alma no puede enfermar, pero la enfermedad es más leve cuando no está escondida. Que se manifieste visiblemente con síntomas como hinchazón, no la hace más importante, al contrario demuestra su debilidad al mostrarse.
Si volamos de fiebre sabemos que estando en reposo, con un par de paños calentitos acobijados en la frente, seguramente nos sentiremos mejor. Pero cuando tenemos la mente enferma que actúa a escondidas de manera crónica, nos resignamos a la condena y a la pérdida de los años, que son pocos cuando uno se inmersa en semejante porquería, sin saber que no hay antibiótico alguno que pueda sanarla. Llena de esperanzas, que pierdo progresivamente, quedo vacía, hueca. Sólo uno mismo se puede vencer. Hay cosas tan grandes que no se ven. Es una paradoja que al ser tan gigantes y potentes no caben en cuerpo alguno, ya sea físico o no. Entonces se hacen invisibles, siempre conservando su potencial. Bueno, eso, justamente eso es lo que me pasa a mí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario