Me emocioné hasta llorar. Reí. Corrí. Canté. Grité. Fui feliz.
Por unas horas me sentí parte de toda ésa generación a la que pertenece la música más trascendental que aún hoy (afortunadamente) sigue vigente.
Grandes imitadores. Fue como haber asistido a un recital de The Beatles.
Qué linda noche!
No hay comentarios:
Publicar un comentario