tinta y pluma pa volar

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miércoles, 9 de marzo de 2011

Primer día de clases = Oleada de recuerdos

Hace cuatro años ya, pisé por primera vez lo que hoy se convirtió en mi segunda casa: el Mariano Acosta.
Al principio supuse que sería sólo un secundario, e incluso quería ir a otro colegio porque en éste no conocía a nadie y odié que en el grupo al que yo entraría no fueran todos nuevos, el hecho de que se conocieran todos (o la mayoría) de la primaria no me gustaba ni un poco. Me aterraba el hecho de tener que insertarme, de empezar desde cero y correr el riesgo, claro, de no ser aceptada.
 
Por aquel entonces, el Acosta era simplemente una escuela..
                             

Ya a mediados del 2008 (sin dudas el mejor año de mi vida) estaba completamente enamorada de ese templo cuyo patio me acobijaba tardes enteras bajo el sol y el frío invernal. Llegué a quedarme hasta 5 horas después de clases, por el puro placer de disfrutar de la compañía de mis amigos y las más bellas y naturales risas.
Mi mamá no entendía qué era lo que hacía su hija tantas horas en ese colegio. Apuesto a que pensaba que andaba en algo raro.. Y claro, era de suponer que así fuera. Cuando la mayor parte de los chicos pertenecientes a escuelas corrientes, a penas se cumple el horario escolar, escapan, yo regresaba mucho más tarde del debido horario y no me desesperaba la gesta de volver a mi casa.
Pero la mía no es una escuela común...
No me llevó mucho darme cuenta que el Acosta es prácticamente un hogar
Y que una institución puede albergar tanto amor. Es como una especie de sentimiento popular, de lucha, de solidaridad.
Ciertamente creo que fue ayer cuando Lizel explicaba sobre Roma, el Paleolítico, los homo sapiens y los homo erectus, cuando el pelado de italiano me decía "te vas a llevar la materia si seguís así, ilenia" y yo asustada me lo creía, cuando nos sentábamos detrás del arco del patio a ser literalmente bombardedas a pelotazos, pero eso no nos importaba porque nos divertía el riesgo de esquivarlos, o cuando Fritz nos hacía correr por Pressing y yo hacía tiempo en el baño porque tenía una real paja de hacerlo. 
GUAAAAAAAU. Y ahora estoy en 4to año.
Tantos, tantos, tantos momentos ruedan por las escaleras de mi mente en forma de trailer de película que reúne los mejores momentos de ella. Me llena de escalofríos y empaña los vidrios de mis ojos.
Me acuerdo también de observar de más pequeña a los de 5to y decir: "¡Fuaaaa, son re grandes!" y ahora nos veo a nosotros y no caigo que ya estamos en estas instancias.. 
Extraordinariamente ya mañana re-inicia un nuevo ciclo escolar; comienza todo de nuevo pero con otro color.
Otra vez las ansias de saber qué aula nos tocará, que curso será el que me acompañe hasta el momento culmine del egreso, cómo serán esos profesores de los que tanto nos hablaron. 
¡Qué extraña sensación! ¡Qué locura! Veamos que me depara este año. 
Lo que sé es que crece la seguridad de que el tiempo corre a una velocidad inverosímil, que se escapa, fluye, vuela y lo más importante de todo:
no vuelve.
(Haciendo estos análisis sobre el tiempo me siento una vieja chota. Pero sencillamente no lo puedo creer.)


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