tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Apacible es la calma, redundante como una tautología
ingerir sosiego, sembrar quietud, devolver lo que uno recibe:
regla minúscula de la vida que se hace visible en las mayúsculas cosas.
Quitarse los pesos de encima,
sentirse liviana, desnuda
aun hundida en un suéter de lana.
Contradecirse hasta el hartazgo
por fagocitar sensaciones ajenas a las propias,
por cooptar objetos que no son los de uno.
Es volverse un alguien distinto,
en el contacto, en el acto de compartir
lo bueno y lo malo, lo oscuro y lo luminoso
logran la fusión, logran la síntesis.

Y reformulamos la idea principal y ya no decimos calma
sino cuasi-calma, cuasi hombre, cuasi mujer
por estar uno de nuestros costados, anclado en la tierra
los pies firmes en el suelo y la mente libre en el aire,
volando

por estar el otro costado alienado, riendo por compromiso
besando por costumbre,
caminando sin parar,
repitiendo sin cuestionar,
respirando sin respirar.

En cierto punto, en cierto estado de las cosas
un hálito de frescura, una brisa en verano, unas brasas en invierno
vienen a dislocar al hábito,
y con éste al ser que lo habita.
Porque los hábitos se habitan, así como a los cuerpos y a los sentimientos.
Entonces el alimento es el motor,
porque tal vez todo se reduce a que
somos lo que hacemos
ó
somos lo que consumimos
(tensión)
y en nuestras decisiones y actos
se expresan cosas que van más allá de ellos,
porque estoy segura de que hablan más allá de nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario