tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Se sienta a la mesa y los comensales no saben bien
qué discurso conjugar,
qué juego jugar,
es hora de negociar-dice-de sentarse a escuchar.
Se comen silencios, se devoran miradas.
Los manteles terminan manchados de blanco, de limpieza,
si se cena todos los días con el mismo hambre y se termina siempre en el mismo lugar.

En el hemisferio derecho, el día se quiebra, se rompe
endeble
y los círculos dan vueltas, y los marinos pierden su brújula,
no pueden llegar a tiempo y en su afán de rigidez,
reorganizan las mareas, revuelven proas, adelantan popas,
porque cuando se ahonda en la profundidad,
siempre se timonea sensibilidad para que ésta los lleve la superficie.
La paradoja consiste en ir por las alturas silbando por lo bajo.

Ahora el claro se vuelve más lúdico, más lúcido,
más estúpido de consciencia
más firme y atemporal.
Es la seguridad que se sobrepasa de premisas, todas válidas
todo opinable
todo escupible
por ende, todo relativo-nada objetivo,
y la seguridad se esfuma, se disipa al final del camino
se vuelve utópica, masónica, secreta.

Le cantan la juventud a los ideales.
Se mueren de vida los jóvenes ideales.


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