tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

miércoles, 15 de octubre de 2014

en trance

Entró prepotente, pidiendo permiso a duras penas. Se envainó mi consentimiento y no me resistí.
Eran momentos en los que yo, todavía, no había atravesado el Río Babel. No dejé que mis membranas lo fagocitaran fácilmente, pero la excepción a la regla se impuso única.
Ahora me doy cuenta, de que tenía miedo a cantar sin micrófono, en hacer acapella. Mi voz es el refugio, es la guarida de mis días y mis anhelos, mis oscuridades y penas. Mi todo, mi refugio. Era peligroso dejarlo entrar a mi casa, a mi cuerpo, a mi misma. O tal vez me era más difícil salir de mi misma, abandonarme por un instante, dejarme caer sobre lo prístimo por miedo al vacío. El tiempo cambió, los amores también lo hicieron, y con ellos cambió el día y la hora inexacta de la noche. 
Permití llevando el cambio a los ojos, dibujando sin lapiz, bebiendo sin moderación. Quise el límite, un primer piso es vértigo y un cuarto es un millón de años luz de la realidad. Tan cerca del cemento y tan rehacia a caer, me daba pánico que unos brazos más fuertes que los mios me tomaran, que unas manos me acariciaran sosteniéndome en su amor.
¿De qué color tiño ahora mi existencia cuando hay correspondencia? ¿Cuál será la nueva búsqueda, el nuevo motor, el nuevo desvelo, el nuevo llanto? ¿Y si no quiero que haya llanto? En un trance, aunque no más sea efímero, quiero que me ames.
Te correspondo la invitación, aunque nunca se lee en tu librería ni se deba beber de tus aguas. Digo sí.

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