La lupa todo lo condiciona a partir de su aumento,
es como un arco iris después de llover,
tan esclarecedor y obnubilante a la vez.
Como una verdad tan verdadera que no se puede tragar por su crudeza.
Al juego también corresponde el deseo. Llenar cada grieta de seducción,
cada intersticio llama a ser maximizado en su plenitud porque el grito puede perderse sin un eco,
caminar y clavar la mirada en un extraño, seguir su sombra con una máquina del tiempo para volver a anclarme en ella una y otra vez.
Todo a su tiempo, todo en su espacio.
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