De lunes a viernes se levanta a la mañana
y se mira en el espejo
para arreglarse la barba
y su halo intelectualoide.
Con paciencia y hasta con dedicación
pone gel detrás de sus orejas
para que no se le caiga un pelo de austeridad.
De sábado a domingo imagino esa reiterativa escena
que fragua mi capacidad de autogestión
ante su promiscuidad sexual y su fragilidad amorosa.
Me perturban ciertas certezas,
y por eso estoy segura de que la noche lo envilece,
porque tiene sueño y está de mal humor
Pero todavía es de día
y sin embargo
mi autodeterminación se corrompe prematura,
y se obnubila mi representación de lo ideal
haciéndose pasar por real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario