tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 15 de junio de 2012

Desde la altura, todo se ve mejor.
Es como si el vértigo desapareciese a mayor distancia. ¿Vértigo de qué? De la gente y sus relojes, de nada en particular, pero de todo a la vez. Siempre quise ponerle pausa a la película de mi vida, por eso, hace tiempo admiro a la gente que tiene esa capacidad. Vivo corriendo de sombras que ni siquiera me persiguen. Miro hacia atrás y vislumbro sobre mis hombros la aguja exacta del minutero. Trato de escaparle, pero sin éxito, aunque a consciencia. Entonces me detengo, creyendo enderezar el tronco torcido de mi árbol y súbitamente tambaleo de nuevo. Otra vez todas las decisiones que tomé se vuelcan sobre la alfombra de la cuestionabilidad y todo se vuelve dudoso, inconsistente, volátil. Víctima de la ambigüedad, reanudo mi rumbo, aunque no tan segura de mis pasos. La calle se vacía poco a poco, al menos la gente no me molesta, es ahora la ciudad misma la que me molesta. Ella, y todas sus estructuras; su falta de verde, su ruido de máquinas incesantemente en marcha. Desde algún edificio me saca la lengua y se prepara y, finalmente me devora. Me apresa con ahínco y tenacidad- No consigo salir de sus entrañas, a pesar de mi persistencia, por el contrario me siento cada vez más dentro suyo y el regreso es cada vez más lejano.

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