tinta y pluma pa volar

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domingo, 18 de marzo de 2012

El final de una travesía.

834 veces mis ojos pasaron de una hoja a otra. Muy dentro de mí, nunca dudé, que, más tarde o más temprano, vislumbraría el fin de esta aventura. Lo que no sabía era en cómo me encontraría cuando lo acabara.. Para ser sincera, jamás pensé hacerlo de esta manera.
Fui sorda cuando los otros me decían que lo abandone, que era demasiado complicado; con el agravante de que yo no soy de esas personas que suelen emprender tales desafíos con frecuencia. Y como siempre la excepción a la regla, llama la atención. Paradójicamente lo mismo le pasó a la figura central de mi libro.
Lo empecé a mediados de enero, muy cerquita del mar, entre la brisa húmeda y el calor de los primeros rayos del alba que calentaban la arena; y lo terminé ayer inmersa en la gran ciudad y su rutina, con el ruido de un tren que acababa de pasar. Algo definitivamente me atrapó, aunque no puedo precisar qué.. tal vez la inmortalidad del personaje, su estoicismo, su tenacidad, su intransigencia, su moral altísima. Me involucré llegando a ser su sexta y nunca concebida hija. A tal punto que me sentí engañada por el autor: casi que confundí la narración de los hechos con el transcurso del presente.. por eso te sentí siempre vivo y es así que lloré cuando te mataron. Las letras en cada página te devolvieron la vida que impunemente te arrebataron hace ya, casi 45 años atrás. Víctima de tu ímpetu igualitaria, de tu sencillez inmaterial, de tus máximos ideales, de tu sed de educación y conocimientos, fuente inagotable de tu sabiduría y experiencia. Portador de una mirada, que dicen los que tuvieron la suerte de conocerte, fulminante; impusiste respeto lejos del autoritarismo y quien diga lo contrario está muy equivocado. Tantas veces se les confundieron a los ignorantes los adjetivos que te fueron adjudicados. Hombre de sensualidad corporal y, más importante aún, mental; de sacrificios y esfuerzos permanentes. Ícono de la voluntad con un c
arácter más que fuerte por el que nunca te identificaron como a un caballero trivial, de esos que abundan en la actualidad y uno está cansado de ver, de esos que se pierden en los asuntos sucios políticos, figuras del clientelismo y del goce de una minoría. Fuente de energía combativa, ajeno al oportunismo y a los chantajes, tu meta máxima fue siempre la misma: liberarnos de la opresión de las manos del país que tantas veces se hace llamar de manera tan poco representativa continentalmente como “América” 
Fuiste ayer y mañana continuarás permaneciendo como hasta hoy más vivo que nunca en el recuerdo, con la sensación de que volvés a nacer cada vez que alguien se llena de júbilo al oir alguno de tus discursos, o leyendo algo de lo que nos dejaste en tus incesantes escritos de letra cursiva y apurada. Mostrándonos que valió la pena la vida que empeñaste en sembrar la libertad y un lugar en este planeta más digno y con mejor gente. Amante incondicional de los puros y el tabaco, pero no así de las miserias que genera la injusticia. Día a día seguís corrompiendo con la historia de tus actos a los jóvenes y adultos de las más remotas partes del mundo, enseñándonos que los sueños nunca mueren, que no se acribillan ni con las más sanguinarias y brutales acciones. Que a esta sociedad no hay golpes que la hagan aprender, que aún queda mucho por hacer, que el conformismo no está dentro de los parámetros y que sólo cuando la burocracia y la oligarquía cedan algo de su miel, recién entonces, sabremos que estamos cerca del cambio por el que tantas veces te "encabronaste"

Y así, en dos meses, cambié más que en años y en esta capacidad es en la que radica el poder y la sencillez mágica de los libros.

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