tinta y pluma pa volar

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martes, 7 de febrero de 2012

La lluvia me ríe.

Apareció como parida entre nubes, como madre de la melancolía, y como la culminación del santo ritual a la tierra seca: la lluvia. Esperó y esperó, hasta que asomó sus narices con fulgor y potencia ¡Por fin mi cuerpo se empapaba de otra cosa que no fuera sudor!
Mi lengua se asomaba sedienta, estirándose hasta acalambrarse su propio tórax en busca de unas pares de dos de hidrógeno y una de oxígeno hechas comprimidos naturales.
Cuando miré el cielo, comprendí que ya no necesitaba caminar debajo de un techito para no mojarme o mejor dicho, mojarme un poco menos.. Dicha acción no tenía sentido alguno, si no había apuros.. El reloj que no tenía me decía que era tarde y que hiciere lo que hiciese, llegaría fuera de horario. Así que dándole otro sentido al tiempo: iba temprano en mi retraso. Y era feliz. En cuanto quise darme cuenta, estaba contemplando otra vez los chubascos, extendiendo los brazos cual mujer exenta de cordura; pero súbitamente advertí a otra mujer pero ella en su bicicleta que me acompañaba en mi locura, pues también sonreía y apreciaba el temporal en un sordo silencio. Fue la primera vez en que la lluvia apareció preciosa. La primera vez que descubrí su magia.
Me imaginaba como en un film en blanco y negro, sin prisa, sin paraguas, aunque con esporádicas melodías insurgentes tomadas prestadas de algún artista favorito.
En mi cabeza "las ideas no se matan" y en mi músculo cardíaco situado a la izquierda de mi pecho me invadieron por sorpresa dos deseos: tomarte la mano lento hasta sentir las yemas de tus dedos entrelazándose con los míos, casi con vergüenza, y morderte, sorteando los obstáculos que se presentaran hipotéticamente escurridizos. Andá a saber dónde estarías en aquellos momentos..
Tuve la sensación de que estabas de pie, empañando los vidrios de alguna vertiginosa ventana, contemplando la lluvia como yo, pero desde adentro, como refugiado; también pensando en mí, y entonces me quedé con ese presentimiento. Lo retuve en mi mente y cuando ya estaba en el colectivo lo guardé en una gota.

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