tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

domingo, 4 de septiembre de 2011

Sinceramente, no tenía las más mínimas ganas de cumplir años. Los últimos años, mis cumpleaños no habían sido precisamente los mejores ni mucho menos, es más diría que estaba perdiendo el gustito de sumarme un año a esta experiencia que es el camino, mi camino. Claro, después del desastre del año pasado, hubiera querido saltear el 2 de septiembre de por vida. Pero por suerte la vida no es tan cruel como para condenarnos a semejante condición, ni el hombre es tan competente como para hacerlo.

Me desperté de un sueño entrecortado la noche del viernes pasado, queriendo ver qué era lo que habían tramado mis amigas, estaba ansiosa aunque sin expectativas, estaba rara, era un sí pero no. Esperaba encontrarme con aquellas que todos los días me alegran a su manera, que a veces me hacen decir frases incoherentes, hacer caras ilógicas y que sobre todo están ahí no importa el estado del cielo que recubra la calle allá afuera. Con mis amigas.

Llegué: el piso lleno de globos de colores, una rica torta con un sabor único debido a su condimento especial: el cariño, besos del tamaño de un rascacielos, abrazos grandes como una mansión, amor por todos lados. Cartas llenas de palabras increíblemente bellas y justas, una guitarra de por medio con el sol y el viento entremezclados en nuestras caras; y sobre todo mucho mucho mucho amor.

Tuve un día precioso, me mimaron cada segundo que pudieron, me prepararon unos ñoquis a la bolognesa, fumamos tiradas en el pasto con el viente suave y los ojos cerrados, me hicieron bailar y sentirme feliz.. Nunca lo había dicho hasta ahora pero éste terminó siendo el mejor cumpleaños de mi vida. Y hoy más que nunca sé con certeza que existe un Dios de la energía, un Dios para los ateos aunque poco racional sea lo que acabo de tipear. Uno desea, quiere, añora y anhela.. y de repente un día, después de mucho dolor, te das cuenta de que ése es el día ves que en realidad existen los matices, que todo no es tan negro como parecía tan poco tiempo atrás.. Como escuché una vez "sin lo amargo, lo dulce no es tan dulce".. y ¡cuánta razón!
Si estuviéramos rodeados por cosas y momentos absolutamente lindos y perfectos todo el tiempo, y por ende tuviéramos todo lo que quisiéramos, sin duda no lo valoraríamos tanto. Y no me vengan con cuentos chinos, porque estoy muy segura de ello, la tristeza también es parte de la vida y no es un castigo intragable, es un sentimiento más, aunque admito que a lo mejor no el ideal. Pero si no me hubiera caído tantas veces, no me hubiera estrellado tan potentemente contra la pared, no hubiera tocado fondo, y de no lo haberlo hecho, entonces, hoy no tendría el valor y las ganas de estar bien, de disfrutar la vida, de volver a intentarlo, de ser feliz. 

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