tinta y pluma pa volar

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miércoles, 1 de junio de 2011

A mi hermano.


Se despidieron con el poder de las lágrimas invisibles, sin la conciencia del vínculo que los unía. Lágrimas camufladas de capuchas de besos, aquellas que no se ven pero que perduran más que las concretas; a diferencia de las clásicas que no escaparon, éstas se manifestaron por dentro. Hasta ese momento, no me dí cuenta que lo extrañaría tanto. Pero a medida que el tiempo transcurre, lo recuerdo más y más. Supe saludarlo desde un hueco vacío; era de noche ya y el frío estaba ahí, aunque ni siquiera lo advertí. Diez días pasan rápido, y mientras lo pensaba no creí que tan pronto te necesitaría. Y entre tantas dudas, tengo la certeza de que sos el sostén de un árbol pesado y ronco... que vales tanto que no hay palabras ni expresión que te pueda adjudicar. 

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