tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

domingo, 29 de mayo de 2011

"Sos muy frontal vos"



Habíamos quedado en encontrarnos a las 3:30 hs. Corría de prisa en el reloj la hora del encuentro. Sería sólo una tarde, pero debo admitir que aquel cuento del 6to sentido no es sólo un mito, porque yo puedo decir que lo intuía. No en lo que acabaría, claro, pero que el horario de finalización no sería el supuesto. Como sea, caminamos y disfrutamos el placer del frío luchando versus un pañuelo de seda y una campera de cuero, junto con el antojo a chocolate que producen las bajas temperaturas. 
Ya siendo las 7:00 hs pm, arribó la duda, eterna e irremediable, junto a la paranoia: ¿qué me pongo? Costó decidirme, pero me sentí segura al fin. De mi misma y mi cuerpo. A lo mejor la clave de toda la cuestión de los previos fracasos, recayó ahí.

Sabía con seguridad que estarían los dos (no voy a desmentirlo) y los demás, que no tienen número alguno para mí porque vendrían a ser esas personas que rellenan la escena principal en una película, los llamados "extra" a los que, quizá se les ve el rostro, pero no tienen relevancia alguna para el desarrollo de la historia protagónica. Situación que se puede trasladar al mundo: es una película en la cual todos somos partícipes dependiendo de las circunstancias y personas; por lo tanto la historia verdadera e interesante se forma por los pequeños fragmentos de cada uno.

Reímos y se hicieron pronto las dos de la mañana. Las horas del sábado volaron como colibrí en primavera, sin vuelta atrás y de manera constante. Decidimos partir, entonces.
Sabía que ése era el rumbo que tomarían ésa noche, ésos muchachos; y a decir verdad no fue la primera vez que la razón de su asistencia fue la antedicha.
Dudamos, nos sentimos algo así como sapos de otro pozo. El que no arriesga no gana dicen. Entré, entramos, y lo saludé entre la gente y las dudas, un poco vacilante. Minutos después llegó el correspondido, el que se suponía, el oficial. Me dije no más papeles de estúpida, vine a pasarla bien. Y yo sé, no de sus palabras y mis oídos, pero puedo decir que sé con certezas que me vio y jugó un juego estratégico al cual me acostumbré. Te veo, pero no te saludo. Pero no aflojé, no iba a ser la embobada por un amor que realmente no hay, así que me rehusé.
Fue allí cuando me volví para mirar la hora, las cuatro y media que me tiraron de los párpados y me quisieron apresurar. Lo hicieron. Y ahí lo vi, sólo, y dije ¿por qué no? Es una persona y yo creo en él porque algo me produce creerle, aunque muchos me digan que no debería. 
Me acerqué titubeando y con voz nerviosa entablé una conversación con el dueño de los mejores besos que en la boutique de mis labios adquirí a lo largo de mi corta pero valiosa experiencia.
Percibir, creo que de eso se trató la noche. Sentí una energía adornada de miedo de su parte hacia un tercero (ya sea la chica o el amigo) y no hago referencia exactamente al miedo que le tenemos a la oscuridad o un insecto por ejemplo, si no al miedo que tiene quien hace algo indebido y está atento porque no quiere que lo descubran cometiendo el indebido crimen; el interior. Yo vendría a ser el delito, él, el ladrón, y aquel el policía en esta causa. Una especie macabra de poliladron. Pero yo no quería jugar ese juego. Excusas recibí. Traté de ser más puntual, quería, y además necesitaba explicaciones que me esclarecieran el funesto panorama. Los meses así, como desde aquel noviembre, no quería que perpetuaran, de lo contrario la obsesión se instalaría indefinidamente. Pero él no me las dio. Tal vez gané por cansancio o lo tenté a cometer el delito, quebrando su fuerza de resistencia. Ojalá sea la última...
Entre birras trasgredimos un “no pasar” que se reiteraba a sí mismo con un “prohibido entrar” El momento que tanto había estado esperando se repitiera: ante mis ojos, aproximándose como desea un naufrago alcanzar la orilla. Nos escondimos (no sé por qué) allí, quemando todos los minutos y segundos que tuvimos, nos encerramos a saciar la sed.
Sabía sobre mí, mucho más de lo que pensé. Creí que el sexo opuesto era muy diferente al femenino, pero hay acciones que no son exclusivas de nosotras. Me reprochaba lo culpable que la edad lo hacía sentir y lo sorprendido que estaba respecto a mi frontalidad. "Sos muy chica" "Sos muy frontal vos" Frases que resuenan como ecos entre las paredes de mi mente.
Siempre lo que no se debe hacer es lo que más tenemos ganas de hacer. Por eso no pasó mucho tiempo hasta que sentí su calor en mi cuerpo, tuve la posesión de su lengua,  sus brazos, sus dedos y recorrí cada rincón de su espalda. Nos mezclamos desmedidamente. Quería parar el tiempo, hacerlo eterno en su forma de tocarme y agarrarme el pelo.
Tuve miedo de hablarle y miedo también a un rechazo que no existía.
Sigo sosteniendo que es un niño, feliz, y eso es justamente lo que más me atrapa.
Despeinada, todo quedó encerrado en ese cuarto vacío, tan lleno de calor y ganas.
Donde convergieron los sueños y el fuego.


Ahora, lo que yo no entiendo, es: 
¿había algún código con el policía? ¿tal vez irrompible y fuerte como una amistad de por medio? ¿quería realmente estar conmigo pero no podía? ¿o no quería? ¿de ser así, por qué nos alejamos de la mirada de los demás? ¿a quién le temía? ¿cuál era o es el nombre del obstáculo que se presenta entre nosotros? ¿por qué si tuve todo lo que quería, no me siento satisfecha? ¿qué es lo que me falta y que no puedo ver? La vela quizás se consumió, porque la cera no es eterna y mucho menos lo es la pasión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario