tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

domingo, 8 de mayo de 2011

No me dejes caer.

Ecos de silencio, se acurrucan en el rincón derecho de mi corazón. Quedan los restos de una fiesta, y una fragancia a desilusión. Tomar un largo tiempo, largo, para descansar de la sexta rutina de la semana. 
Hay tanto que no se ve, tanto que permanece oculto. Simplemente se ven cigarros y alcohol. Y ahora, todo es lo mismo: comer o no comer, dormir o no dormir, leer o no leer, sentir ya equivale a no sentir.
Ciertas veces, efímeros o no, uno preferiría ser una piedra, inmóvil e insensible al viento que te hiela desde el caparazón hasta el crepúsculo del propio ser. ¿Se puede arreglar todo lo mal hecho? ¿Realmente se puede reparar todo lo erróneo? Tenemos decisión y poder sobre absolutamente todo en este planeta, menos sobre nuestras emociones. Días que me siento un lobo, noches en que soy feroz y sólo lastimo, pero lo hago por instinto, como los animales. Me exilio a mi soledad, me voy de acá. Porque esa luz me alejó de mi refugio, me llamó suavemente en un principio, y luego se volvió temerosa y rígida hasta envolverme en su totalidad. Traté y traté, pero no pude con ella. Estoy tan llena de algo en mi cuerpo, tan vacía. Me consumo interiormente, gradualmente un poco más, cada día me parezco más a una vela: la cera se va acabando, y yo me voy derritiendo, sin posibilidad de re-compostura alguna.

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