tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

sábado, 21 de febrero de 2015

"Yo fui muy marcado por mi relación con las mujeres. Me afectó mucho la muchacha ojos de papel. Si en la vida hay algo que marca (el «marcapiel») es el amor. Creo que lo único peor a sufrir un desengaño amoroso es que te torturen. Cuando un amor se quiebra en el aire la herida es imperecedera, como un estigma. Por eso, para olvidar a una persona de la cual uno está o estuvo enamorado se requiere de cierta impecabilidad, porque si no uno se convierte en un tarado, un paralizado. Yo estuve a punto de convertirme en algo así, de no haberme encontrado con amigos que me ayudaron y de no haber tenido determinado valor, porque hay algo pasional en mí por lo cual yo moría cuando mis relaciones amorosas llegaban a su fin".

 Luis Alberto Spinetta a Eduardo Berti.

viernes, 20 de febrero de 2015

Bosquejé el reencuentro en un viaje inacabado.
Y la confluencia llegó, 
tácita y liviana,
nocturna y resplandeciente
como la luna roja, 
dulce y seductora.
Llegó!- pensé.

Pero en el desenvolvimiento de tu temperamento, 
cuenta me di de que el que tus manos me ofrecían, era del más orgánico amor
una calidad ampliamente superior
resistente a la lluvia y al sol del mediodía
aun sin paraguas ni protector,
era simplemente lo menos contaminado con lo que me topé en esta ciudad
era mejor que el que cualquier mujer hubiese podido adquirir
porque ni ahorrando toda una vida y rompiendo finalmente la alcancía lo hubiera conseguido,
es que era tan puro que lo hubiese guardado en un botiquín
para sanarme en caso de lastimarme
para sanarme
con tu amor

 y sabio es el que riega una pequeña flor, 
como la paciencia es el instrumento con el que se ara en el campo del amor
y para cosechar hay que esperar,
y yo
no esperé. No te quise, no te pude esperar
porque este monstruo que habita en mí no conoce la calma. 
Mi cuerpo arde en rojo y busca saciar su sed con agua 
y no importa cómo ni con quién.

 No pude esperarte, una vez más,
porque cuando viniste por mi, 
ya era tarde en mi reloj,
ya era tarde en mi templo,
ahora estaba encerrada en otra celda
rindiéndole culto a un otro Dios.

jueves, 12 de febrero de 2015

El gesto.

En las postrimerías del hecho se vislumbra el motivo o, al menos, así lo cree uno.
En la retrospectiva el mensaje se capta mejor que en el presente, las cosas ganan nitidez y en ese espejismo de clarividencia uno se purga del bien y del mal. Se postula objetivamente en el centro de uno mismo para juzgar imparcial lo que tuvo lugar. Esa pretensión de objetividad no es otra cosa que el engaño hacia uno mismo, que tanto nos complace por movernos dentro de márgenes maniqueos.
Mientras tanto, a lo lejos, suena una música como sugiriendo que  lo único que ansía un acorde es la armonía con sus pares, y en el afán por conseguir dicho objetivo, la composición se torna magistral.
Es lo imperecedero de la creatividad, de lo nuevo e impredecible,
lo aleatorio que desestabiliza por no haber sido engendrado con el fin con el que se comparece ante nosotros. Sublime la sorpresa que se manifiesta superior al plan en sus múltiples facetas.
Y pienso que deberíamos darle lugar al gesto más que a la palabra. Porque el gesto es libre y la palabra encierra, el gesto no tiene ni una ni dos acepciones, sino tantas interpretaciones como intérpretes hay en el mundo. La palabra, en cambio, contempla solo unas pares de definiciones que cercenan la capacidad de fantasear, es como si con las palabras cortáramos las alas de nuestra imaginación. Con las palabras empezamos oraciones y las terminamos. La palabra tiene la ilusión de hacernos creer que con ella hacemos del Universo un lugar imperecedero ¿Pero las palabras inmortalizan?
 Es la paradoja del lenguaje, que nos libera de la opresión de la incomunicación, y nosotros rompemos las cadenas, glorificándonos en ese acto de que hemos encontrado por fin la forma de elevarnos al pedestal máximo de la civilización, a tal punto, que perdemos la consciencia de nuestra animalidad. Pero, a su vez, es la palabra misma la que nos lleva a ser prisioneros en nuestra propia celda.
Una vez más, los extremos que se tocan, libertad y recato se unen cerrando un mismo círculo.
La prisión es creada por y para el hombre. Y es también por eso que el silencio es el más sabio de los sonidos cuando se lo evoca en el momento indicado, porque da lugar al descifre desde lo particular, desde lo ínfimo y más propio del ser, invitándonos a lo lúdico e involucrándonos en un juego ambivalente que por momentos toma el formato de batalla.
Así, no hay nada más alejado del universalismo de las palabras que el gesto.
Tal vez, sea por eso que me gustan tanto los gestos, porque no contienen interpretaciones ni sub-interpretaciones, al gesto puedo jugarlo como quiero. Las reglas de mis gestos corren por cuenta mía. En mi gesto se borran las barreras morales entre lo correcto y lo incorrecto, lo sádico y lo inocente, lo normal y lo anormal.
Pero como última y más importante advertencia es preciso no olvidar en ningún momento que al gesto se lo debe mantener en cautiverio las más de las veces, para lanzarlo con fuerza en el momento apropiado. Arma sutil y elegante el gesto,
"si usted quiere ganar esta guerra es mejor que lleve, junto al arco y la flecha,
un arsenal de gestos." dijo y se rió de mi
del mundo entero.


sábado, 7 de febrero de 2015

La misma ventana, inamovible al paso del tiempo, pegada con cemento en la pared, ladrillo sobre ladrillo. Una mujer vestida de azul se va y vuelve al trabajo. El gato se despereza tiernamente sobre la alfombra. Es otoño, hay calidez hogareña y frialdad urbana, las hojas parten y los árboles se desnudan. Imagen poética que se manifiesta ventosa desde esa misma ventana por la que, al menos una vez al día, ella se asoma siempre curiosa como si esperase ver un cambio repentino que le quitara el aliento y la dejara atónita. Pero no. La ventana no sangra y por eso, no cambia. Ella sangra y sangra pero tampoco aprende.
La mujer posee una sensibilidad cuasi escalofriante, siente tanto pero a ella el otro no la siente

¿o es que es ella la que no se deja sentir?

jueves, 5 de febrero de 2015

Doy vuelta la página y borro con más palabras,
letra sobre letra,
ojo por ojo
lágrima sobre lágrima
¿cada uno recibe lo que da?

si la sangre vertida en el río es una gota que no cabe en el caudal que absorbe el sueño y atormenta el alma me pregunto si las personas encuentran
y si es así
¿las personas se encuentran?

si hay momento indicado, si la luna está llena o si todo en este universo es un espejismo humano

En el cúmulo de interrogantes la brújula se obnubila,
se llena de polvo y entorpece su función.
No hay norte ni sur que nos indiquen el andar

y miro dentro mío
está vacío
hay algo que me falta
porque veo que los otros tienen eso que yo creo que me falta

otra vez la estúpida costumbre de mirar a mi alrededor
y después adentro mío.
Debiera ser al revés
adentro y después afuera.

Me falta valor para ver sin ojos
y para sentir sin las manos.

¿Por qué siempre falta algo?