tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 29 de noviembre de 2013

Palabras.

De  acuerdo... todos se jactan de que es mejor decir las cosas para no ser etiquetado de hipócrita.
Pero ¿hasta qué punto podemos escaparnos de "los buenos modales"? ¿hasta qué punto podemos ser francos con una persona sin rozar el descaro? ¿Se puede serle fiel al propio cólera sin lastimar al otro? ¿cuánta sinceridad podemos tolerar? ¿cuál es el grado de transparencia al que puede llegar una persona socialmente tolerable? ¿Es posible hacerle llegar al otro las palabras que genuinamente surgen de nosotros sin que se malinterpreten? ¿No es una utopía pretender que el mensaje se mantenga intacto entre los interlocutores? ¿o, más bien, ante el pasaje por el canal de transmisión, el mensaje se desfigura y algunos de sus fragmentos constitutivos se quedan en el aire?

¿Es que es mucho exigir relaciones sustentadas en la franqueza?
Quizás, ante la imposibilidad de manifestar las palabras que nos gustarían, las mismas se vuelven hacia nuestros adentros para volver a aflorar con inusitada violencia una próxima vez.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Por?

http://www.youtube.com/watch?v=o8p1CqbbKsE

Cabezotas.

Cada minuto que perdemos es una chispa que se apaga,
cada indecisión es un tren que se va,
cada impulso reprimido es la antesala de una futura inhibición.

De nada sirve decir de la boca para afuera,
de nada sirve la reflexión sin práctica.
De nada sirven todas esas chácharas atestadas de palabras inútiles y crédulas
porque las cuerdas vocales son sólo uno de los órganos de nuestro cuerpo.
Hagamos uso de nuestros sentidos.
Si tenemos tacto para tocarnos
y ojos para vernos.

Y sin embargo lo único que usamos es nuestro cerebro.

Tenemos nuestros oídos anulados,
porque no nos escuchamos más allá del más allá
porque oídos tenemos, pero no,
no escuchamos.

martes, 26 de noviembre de 2013

La mirada del amor.

¿Desde dónde miramos cuando nos enamoramos?
¿Qué observamos en el otro? ¿Por qué?
Cuando nos enamoramos no miramos con los ojos, miramos con el corazón. El amor es, en un primer momento, irracional y ciego. Primer momento en el que lo que observamos son las partículas, los átomos imperceptibles a la vista que, sin embargo, flotando están entre la atmósfera que se inmiscuye entre los enamorados. Enamorarse es aspirar ese aire que corta la respiración propia y la respiración ajena.
Cuando nos enamoramos lo hacemos de infinitas maneras. Una de las más triviales es enamorarnos de lo que no tenemos. Por eso enamorarse es, ante todo, una caricia al Ego. Me enamoro de vos porque sé que tenés lo que puede llegar a faltarme. Me enamoro de vos, pero ¡ojo! no me enamoro de tu integridad, del total de tu persona. Me enamoro sólo de la parte que veo en vos que creo que me falta. Enamorarse implica, a la larga, desencanto. Ustedes dirán que si no es total, entonces, no es amor, que eso es sólo un capricho. Bueno, la única diferencia entre el capricho y el amor es que el capricho dura un poco más.
Si yo me enamoro de usted, es porque usted tiene aquello que me atrae porque me falta. Pero ¿qué es eso que me atrae? Eso que me atrae de usted es una cualidad a la que le confiero el adjetivo axiológico de virtuosa. Es por eso que muchos, sin la menor consciencia, dicen: "estoy buscando pareja" La buscan porque saben cuales son los defectos propios, y por lo tanto, buscan en algún otro las virtudes que creen que los auto-completan. Nos da miedo ser imperfectos y por eso, al enamorarnos, buscamos nuestra propia perfección. Perfección que anhelamos encontrarla en el otro. Porque es lógico que nadie busca aquello que no sabe como es. Por lo tanto, si buscamos, es porque sabemos qué esperamos encontrar. Una búsqueda en el amor, está condenada al fracaso. Y por eso, también, es que buscamos "la media naranja" (nótese que el lenguaje coloquial está imbuido de psicología inconsciente)
Buscamos la media naranja porque nos creemos incompletos. Buscamos esa media naranja para sentirnos más fuertes, con más vigor, para sentirnos capaces de todo: para sentirnos invencibles.
El amor es una sensación, es una percepción de nuestra mente (o si no les agrada el pensamiento de iluminista, podríamos decir del corazón. Al fin y al cabo el individuo es indivisible) El amor unívoco no existe, porque pasado ese primer momento nos damos cuenta de que la media naranja, después de exprimirla, no tiene más jugo y como todo lo que ya no sirve: se la tira a la basura. Y la absurda búsqueda recomienza.

Nada.

Es como el letargo del silencio que culmina en el escupitajo de una maraña de oraciones. Sí, de repente tengo muchas cosas para decir. De repente las palabras llegan a mi para ser devueltas al papel.

Por el negocio la gente no pasa. Esto parece todo menos un trabajo.
Estamos a fin de mes y los bolsillos están secos como un desierto.
Mercantilismo incipiente de una mujer de 20 años.
¿Cuántos mates me habré tomado en lo que va de la mañana?
Incontables sorbos amargos llevo tragados en apenas 4 horas.
Es ley de Murphy, voy al baño y entra gente al local.
¿Por qué pasan esas cosas?
Si la libertad ha sido la bandera de los pueblos que buscaban deshacerse de las opresiones que ejercían sobre ellos entidades que se autoproclamaban como superiores, ¿por qué nos encontramos rehuyéndola cada vez más masivamente? La civilización posmoderna se esconde detrás de las sumisiones a líderes y personalidades autoritarias que se enorgullecen de quitarnos la conquista más preciada por la que numerosas generaciones han peleado: la libertad. Hoy la tenemos. Hoy, siglo XXI, somos libres. Y también, hoy, tratamos de deshacernos de ella porque le tememos a nuestros actos no convencionales. Buscamos amparo en la masa para sentirnos menos solos y reconfortarnos en una tonta comunión. Delegamos nuestras decisiones y elecciones en Otros. No queremos saber nada con eso de hacernos cargo de nuestros actos. El existencialismo sartreano se corta las venas y se ahoga en lágrimas ante la falta de ideales que caracteriza el período que nos ha tocado a vivir. Las grandes guerras han dejado secuelas somáticas en nuestras personalidades. Nos escondemos y en el automaticismo no le damos sentido a esta vida que no tiene sentido per se. No queremos entender que la libertad no es nunca un estado de completud. Por el contrario, la libertad, lejos de ser una condición absoluta, es una condición potencial que nos permite ir en busca de un anhelo más ancho, más abarcativo y amplio. Libertad implica carecer de algo y por esa misma carencia es por la que se lucha. Si se lucha, hay libertad aunque más no sea un creación individual. Libertad es ser capaz de elegir lo que uno quiere, aun si esa elección va en contra de los otros. Libertad implica "perder" para ganar: sacrificar algo. Libertad es estar dispuesto a recibir la coacción que conlleva la ruptura de las convenciones. Yo soy libre, libre para amar de otras formas que no son las convencionales. Nada en mi biología me impide actuar de otra forma. Soy libre para hablar de formas no convencionales. Sólo si estoy dispuesto a soportar las consecuencias de mis actitudes, entonces, sólo entonces, seré Libre, Libre con mayúscula.
Contra qué luchamos hoy? Contra el sistema? De qué manera? Acoplándonos en mayor o menor medida a él? No me vengan con esa mentira de que al sistema se lo lucha desde adentro, porque al sistema se lo combate desde afuera. Si estamos adentro, cooperamos en su reproducción. Si estamos afuera, cooperamos en la producción de algo alternativo. Cómo se manifiesta esa Libertad actual en la multitud? Con los fanatismos hacia líderes políticos que poco se interesan por el bienestar de las mayorías? Nuestra ceguera es cada vez más negra y el mundo cada vez más deplorable. La consciencia ya ni se disipa en una era tecnológica. Dentro de un tiempo pensarán por nosotros los robots. Ya nada es natural, ya la natura ha sido devastadada por el hombre y su cultura. Hasta la luna hemos ensuciado con nuestros pies! Ni al planeta Marte dejamos tranquilo en nuestro afán por el descubrimiento y la expansión de nuestro raciocinio. Basta. Esto no puede seguir así. La caída es inminente. No olvidemos que los grandes cambios y las revoluciones que han marcado formas que llegan hasta nuestros días, han tenido siempre como protagonistas de dichas hazañas a locos libres.

Escribir.

Desperté con la sórdida certeza de que llovería a media mañana. El olor de la lluvia era insoslayable, tan concreto que se me hizo tangible apenas abrí las ventanas. Tomé una bocanada de aire y subitamente me encaminé hacia el metro que me llevaría hasta el trabajo. Cuando camino hacia la parada me siento parte de un sueño, como si todavía no me hubiese despavilado lo suficiente como para andar. La pizza de la noche anterior estaba ácida en mi estómago; podía figurarla de un color verde rancio, casi en proceso de descomposición dentro mio. Esa imagen se plasmó en mi mente y me dio náuseas. Era un día más, mientras esperaba el transporte atestado de las 7 de la mañana vi a dos niñitas de secundario y las sentí añejas. ¡Con qué facilidad se olvida uno de lo que fue, hasta el punto de parecerle extraña una rutina que perduró años en su vida! Así las miraba, hasta con la ternura de una señora que ya es muchos años mayor. ¿Me estaría volviendo grande? No, no lo creo. La noche anterior, desde mi terraza, me había perdido entre las formas de las nubes, atolondrandome de sosiego como cuando era pequeña. Tal vez, con el correr de los años, la experiencia vivida me estaba tornando más sabia. Pues había aprendido a callar; había comprendido la importancia del silencio tanto como la de las palabras: ya no tenía la frenética necesidad de hacerle saber todo a todo el mundo. Supe que a veces son más inteligentes las mujeres que saben callarse ciertas cosas, y con esa idea, esa misma tarde, había podido reprimirme el impulso de pelear con mi madre. No es fácil hacer un bollito con las palabras y mandarlas a guardar quién sabe a donde, pero, con esfuerzo, no es tampoco imposible. Me pregunté si habría dentro mio una especie de sótano en donde estuvieran guardadas todas las cosas que no dije, todas las broncas que me hube tragado desde que tengo consciencia de mi ser y del mundo tan ácido que me ha tocado vivir. Me imaginé un lugar oscuro dentro mio, en mi lado izquierdo, como en un rincón: todo aquello que callé estaba apelotonado, y si me descuidaba y abría demasiado la puerta del sótano, todas aquellas cosas guardades se caerían como una avalancha sobre mi. Si, necesitaba prudencia cada vez que quisiera abrir ese portal.
Recordé mi tarde de ayer.
Si bien era feriado, a muchas personas se les había ocurrido salir a caminar. Era un lunes, pero en verdad tenía el color de un domingo. Muchos abuelos habían sacado sus sillas a la calle y habían salido a tomar un poco de aire, por más que en la calle el aire fuese tanto o más sofocante como el de adentro. Niños andando en bicicleta por la vereda que jugaban carreras de esquina a esquina. Jóvenes agraciados despatarrados en un cordón derrochando risas. Y yo, caminaba. Un poco sin rumbo pero con la poca espontaneidad de alguien que no se descuida de irse muy lejos porque sabe que luego deberá caminarse la vuelta. Noté que mis auriculares llamaban un poco la atención por su tamaño, si a eso le sumabamos que iba canturreando no tan suavemente, definitivamente mi presencia llamaba la atención.
Con un poco de melancolía añoré la presencia de un compañero. El último año mis deseos de ser madre se habían agigantado. Varios días al mes me sorprendía el instinto materno que afloraba dentro mio. Me asustó y al mismo tiempo y con la misma fuerza, eso me tranquilizó. La esquizofrenia de mi madre había hecho germinar en mi la semilla de formar un familia ¡Oh, mi madre! La fuente de mis turbulencias y mis más preciados aprendizajes indirectos. De ella había aprendido todo lo que no quería para mi vida y me había proyectado en la maternidad casi en un sentido opuesto al que ella había ejercido sobre mi. Supe que, en ciertas circunstancias, es más fructífera la falta de que la presencia de. Me dejaba perpleja el hecho de haber aprendido más cosas de alguien que se equivoca más a menudo que de alguien que vive acertando. Definitivamente, el contacto con el mundo nos moldea enormemente y nos pone alerta acerca de nuestra propia existencia. Cada vez más, los libros se volvían mi inexorable compañía, que tal vez por no poder emitir opinión, me era la única tolerable por estos días. Ellos nunca me habían defraudado, su fidelidad me desoló al punto de creerme una ermitaña antisocial. A fin de cuentas eran los únicos que no me hacían pescar rabietas; por el contrario, habían sido siempre mi calmante ante situaciones de enervación y poca lucidez. Cada vez que me encontraba desequilibrada, al sumergirme en una de sus páginas, me daba a mi misma la posibilidad de realizar una catarsis y de pensar en frío. Lo mismo me venía sucediendo con la música. Realmente estaba preocupaba sobre mis pocas aptitudes para con las otras personas. Ultimamente todos me parecen tontos y despreciables. Veo en toda nuestra especie humana un halo despreciable que se hace más fuerte que todas las virtudes que puedan contrarestarlo. Esta reclusión en libertad está atormentándome, pero siempre escribir me ha ayudado a ordenar mis ideas y a purificarme, aunque más no sea galácticamente.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Simone de Beauvoir (1908-1986)

"Siempre habíamos mirado lejos. ¿Sería necesario aprender a vivir al día? Estábamos sentados uno al lado del otro bajo las estrellas, rozados por el olor amargo del ciprés, nuestras manos se tocaban; por un instante el tiempo se había detenido. Se echaría a correr otra vez. ¿Y entonces? ¿Acaso yo no podía trabajar todavía? ¿Mi rencor en contra de Philippe se desdibujaría? ¿Volvería a asaltarme la angustia de envejecer? No mirar demasiado lejos. A lo lejos estaban los horrores de la muerte y de los adioses; estaban los postizos, las ciáticas, las invalideces, la esterilidad mental, la soledad en un mundo extraño que ya no comprendemos más y que continuará su curso sin nosotros. ¿Lograré no alzar mi vista hacia esos horizontes? ¿O aprenderé a percibirlos sin espanto? Estamos juntos, ésa es nuestra posibilidad. Nos ayudaremos a vivir esta ultima aventura de la cual no regresaremos. ¿Eso nos la volverá tolerable? No sé. Esperemos. No tenemos elección"

viernes, 22 de noviembre de 2013

Histórico devenir

Viene dado por la coincidencia de las múltiples historias que se encadenan, el destino.
Un destino que no es innatamente nada, o tal vez, sólo sea innatamente incierto.
Cuando leo a esas grandes figuras que han emancipado su pensamiento del de la multitud, me recogico de admiración. Algunas escriben sin saber que en sus obras se halla el germen del anhelo a la ambición de grandeza de cientos de hombres que van forjando sus rumbos al leerlos. Una grandeza que nada tiene que ver con el estatus económico, ni con el advenimiento de una comodidad burocrática que nos asegure el porvenir. La grandeza está dada, por el contrario, por la lucha de los amos contra los esclavos. Amos que desean imponer su deseo, a costa del sometimiento de sus esclavos. Esclavos que desean trascender el deseo de sus amos y liberarse. La historia se funda en la lucha de los deseos. Y la razón es el arma moderna por excelencia. La violencia cae al filo de un siglo que logró, aunque no sin dificultad, deslegitimarla como medio para llegar a un fin. Es la historia teleológica la que nos permite descifrar los móviles ocultos que se disfrazan en la prédica que se hace de una acción. El hecho está ahí, moviendose unidireccionalmente. Pero lo que cambia es el conocimiento que hay sobre esos hechos, las interpretaciones que de un mismo hecho se hacen.
Hoy, más que nunca, saber es poder.
La mente, el raciocionio, ha hegemonizado en la praxis retórica. Quien ostente la razón más convincente impondrá su deseo y hará de sus esclavos títeres de expansión y reproducción ideológica.
Pocos grandes hombres han logrado imponerse, los otros, casi siempre y sin saberlo, han contribuido a una u otra cosmovisión. Porque somos SUJETOS, sujetos que desde antes de nacer han sido sujetados.
Entonces, cabe preguntarse ¿libertad? La respuesta es afirmativa. Somos libres en tanto y en cuanto seamos conscientes de nuestra coyuntura, del pasado y de los discursos que intentan persuadirnos. Sólo así podremos superar esta etapa posmoderna que nos agobia: carente de valores máximos, de exaltación de relatos estupidizantes sin sentido. Sólo así volveremos a caminar con el afán de un futuro indudablemente mejor. Para confiar en el legado de nuestros hijos, de la descendencia, que es la prolongación de una lucha que emana de una entidad superior.

jueves, 21 de noviembre de 2013

A-partir

Aquí estoy
recuperando la felicidad
borrando cobardías
embriagándome de literatura y poesía.

Allí no estoy
oscura y quieta como un sedimento
profunda como una cloaca
podrida como las sobras que han quedado en la heladera.

Aquí voy
con mis energías puesta en la ruta
con el amor aferrado a mis seres queridos
con la sonrisa constitutiva de la alegría.

Allí no voy
a enredarme en pensares poco fructíferos
ni a bailar porque tenga que bailar
ni a comer porque sea la hora del almuerzo.

Será un verano memorial
será lo que yo quiero que sea
será lo que tenga que ser
será un buzón de historias que nunca imaginé.


Il cuore

Ya nadie graba
en las paredes
en los troncos
       Luis y María
         Raquel y Carlos
           Marta y Alfonso
junto a dos corazones
enlazados

ahora las parejas
leen esas vetustas
incómodas ternuras
en las paredes
en los troncos
y comentan
¡qué ñoños!
antes de separarse
para siempre.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Ellas.





Ella también se cansó de este sol,
viene a mojarse los pies a la luna.
Cuando se cansa de tanto querer,
ella es tan clara que ya no es ninguna.
Sube a las hojas y cae hasta el mar
¿cómo es que puedo tocarle las manos?
¿De dónde vienen quienes al nacer
llueven y llueven y en ella se juntan?
Yo me recuesto y ella en el final,
viene a dormirme movida de estrellas.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Cementerio club

Su nombre empieza con E.
En esa E, yo me escondo.
Porque es místico esconderse.
Lo anónimo intriga,
la clandestinidad excita,
la cobardía del sentimiento seduce hasta el punto cínico de la actuación.

Igual, aunque vos no sepas de la existencia de este secreto, yo te nombro en todas mis canciones. Así te tengo más presente. Así te volvés palabra, melodía, riff...
Así te (me) volvés un poco más tangible.

Y lanzo una carcajada, porque no sabés nada!
No tenés conciencia de nada, no te imaginás siquiera que protagonizas una historia.
Es el colmo de lo absurdo.
Yo te amo, Rodolfo.
Y vos no tenés cara.
Sos un signo de pregunta flotando en el aire.
De quietud a impaciencia.

No soporto el sometimiento de mi ética.


Conclusiones

Llega un punto, al cual llegamos casi siempre sin saberlo, en el que la mente dice basta dice: ¡Ah, basta de pensar! Para todo hay una canción, y para toda felicidad hay un lamento  consecuente. Como todo es un eslabón en la cadena parte de un todo mayor, las cosas se entrelazan... Y es así, es ley de vida. Y contra las leyes de la vida, ha quedado empíricamente demostrado, uno no puede.
No nos queda más que esto. La duda y la ambigüedad rutinariamente latentes. Y, por más que vaya al mercado en busca de seguridad, nunca me alcanza el dinero para comprarla. Siempre 5 para el peso, siempre. ¿Qué hacer con tanta diferencia? ¿Qué hacer cuando uno reivindica la diferencia? Eso es lo que me distingue de los demás, justamente, el hecho de ser diferente en el medio de un mundo indiferente. No me da igual. Lo grito, lo escribo, lo escupo, y lo hago póster.
No soy una de esas personas ni, de las que no se sabe si están felices o están tristes. De las que ocultan todo. De las que hay que inferir conclusiones poco probables. No me gusta pescar conclusiones.
Me gusta que las conclusiones me las den a entender, que me guiñen un ojo con las conclusiones, que me las sugieran. Oh! Quiero embriagarme de conclusiones y de implícitos. Que me seduzcan las palabras, los gestos. El juego de la competencia paralingüística llega a su fin. Fue efímera, linda mientras duró.
Hoy creo que yo también arribé a  una conclusión: no te vuelvo a ver.