tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

lunes, 30 de septiembre de 2013

Un día viajaré sola.
Un día sobrevendrá de una vez y para siempre la claridad.
Un día ella aflorará y la oscuridad se sumergirá.
No entiendo muy bien qué quiero decir con todo esto, 
y es factible que si no me auto-entiendo nadie me moto-entienda. 
Pero el pensamiento no es más que una masa amorfa, 
y por más que busque librarme de las palabras, 
ellas volverán hacia mí como un boomerang,
ellas siempre aparecerán en las tinieblas de mi mente 
y me arrastrarán con ellas.
Y yo me ahogaré con ellas, 
reivindicando el vaticinio inútil 
de haber sabido eso que iba a pasar.

Un yo sin un tú.

Yo (te) digo que no te soporto.
Yo, sujeto enunciador, asumo la total y completa responsabilidad de mi enunciado. Tú, la otra polaridad de los sujetos (porque si hay un yo necesariamente ha de haber un tú) te digo que hay momentos en los que prefiero perderte que encontrarte.
Vos calcás mis reflexiones, y yo calco las tuyas. Nos mimetizamos y perdemos la autenticidad que habíamos conseguido, es la triste y clásica disjunción de perder lo que antes era propio.
Puedo entender que no sos consciente de tus palabras, pero hay veces en las que te sacaría los ojos con los alfileres como Edipo Rey de Sófocles. Hay momentos que me surgen ganas de golpearte. Hay momentos en los que me encuentro tan sedada y tan relajada que olvido la enervación que la mayor parte del tiempo me causás.
Hay algo no lógico en mi postura hacia ti. Hay algo siniestro en tu mirada hacia mi.
Hay algo místico entre entre ti y mi, entre vos y yo, entre tu y este ser. 
Es probable que mi discurso monologal quede reducido al virtualismo de un blog, o es probable que además de mis palabras, deje toda mi bronca en este espacio. Es probable también, que el que me lea se haga una imagen violenta de mi. Eso no me importa.
Indistintamente vos, tu, usted, tratará de reconstruir mi discurso a partir de inferencias poco consistentes y lo logrará, efectivamente, aunque nunca sabrá con certezas a cuál de los tu estoy apelando yo.
Dejeme decirle, además, que esa elipsis que usted trata de interpretar, ese vacío que está tratando de llenar, no es más que una hipótesis conjetural y no una teoría institucionalizada, por lo que, sus esfuerzos, mi querido, serán ante todo, vanos.
Por eso le digo sin descaro, so pena de incurrir en enemistades, que no sosporto su mirada etnocéntrica, su visión todopoderosa del mundo, su positivismo cósmico, su palabra justa para todo. No soporto al EGO escindido en dos, y por eso no lo soporto a usted. No hay un yo, sin un tú y por lo tanto usted desaparecerá con mi yo.

Aquí y allá

La pluma deja filtrar la subjetividad en un papel o cualquier otro formato que nos provee este siglo.
Hemosle abierto los ojos y hasta nuestros brazos al nuevo milenio.
Cómplices de un centuria guerrera en donde el amor se ha vuelto mera bandera discursiva.
Superficialidad y ostentación hoy comen de la misma mesa. Nosotros, seres descarados, causa y efecto de lo verborrágico, nos ubicamos en el centro de referencia, en la cúspide del desarrollo cultural.
Hemos alcanzado la civilización, ¿pero a qué precio? Seguimos siendo esos salvajes, pero ya no en su estado puro de libertad y bondad, sino que hemos sido corrompidos por el lujo y los artificios de lo material.
Necesitamos hacerle saber al otro que leemos a Cortázar, a Borges, que visitamos Museos, que nos pasamos los fines de semana en Museos y en otros inmundos espacios de la elite.

Luchamos por lo popular, pero en cuanto nos vemos en el aprieto de vivir sin todos esos lujos y artificios, somos incapaces, no podemos. Es más fuerte que nosotros.
Hemos naturalizado la sociedad, hemos incorporado sus tiempos. Comemos a determinadas horas pautadas por vaya uno a saber quién. Hemos economizado nuestros tiempos y hemos instaurado la categoría futuro por delante de nuestras narices, olvidándonos de la unidireccionalidad temporal que no es más que una continuidad en el espacio, esto es: nos hemos olvidado de la ctaegoría presente.
Decimos tantas cosas inteligentes y hacemos tantas cosas estúpidas.

Somos contradicción, nuestras células evidencian ese antagonismo primitivo. Es una carrera, la estructura mundana es una pista de Fórmula 1: quién llegue primero se llevará el mayor premio que es morir en medio de una asquerosa condecoración. Ya los espermatozoides son el ejemplo inobjetable de que la inauguración de una nueva vida supondrá, necesariamente, la competencia con el otro. Pues un espermatozoide es la antesala de la vida, del niño, y es la inevitable consecuencia de una vil carrera desmesurada por la vida, que se disputa ni más ni menos que a costa del fracaso del otro.
Las dicotomías son contantes en nuestras evaluaciones: ganadores y perdedores, ricos y pobres, buenos y malos, blancos y negros, altos y bajos, y así sucesivamente.
Qué pena me da ser parte de esta basura atómica.
Repito, se ha escrito tanto... ¡pero se ha incorporado tan poco!
 

domingo, 8 de septiembre de 2013

El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.
Que fluya, como el agua cuando está la canilla abierta. 
Que se caigan las superestructuras y que quede sólo la estructura.
Que se pudran el tiempo, los horarios y las obligaciones.
¡Muerte al complejo de ansiedad! ¡Muerte a las agujas del reloj!
Que viva la improvisación, la sonrisa, la lluvia y el sol.

Que existan los viajes, los besos y los paseos australes y boreales.
Que los tesoros sean las bibliotecas y las monedas de chocolate.

A desestructurar,
a des-
es-
truc-
tu-
rar.
 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Te encontré, más de casualidad que a la vereda a la vuelta de la esquina.
Te encontré alta y hermosa,
y a pesar de tu falta de sol, 

llena de luz y de poesía.

Te encontré y no dormías,

tu vida nunca se des-encendía.
Te encontré y tus columnas me dieron un místico sostén, 

te tropecé y un lugar en donde darle cuerda a mi fantasía hallé.

Te encontré y todavía no sabés mi nombre,
Te encontré y todavía nunca me dirigiste la palabra.
Te encontré y todas mis historias no te importan...

¡¿qué más da si soy una imbécil o perspicaz?!

Te encontré abriendo tus puertas de par en par, sin renegar de cortesía. 

Te encontré atiborrada de papeles que aún me intrigan la esencia de tu mirada.
No conozco tu ideología, ni tu materia preferida,
pero sí sé bien de tu rutina.

Vos no tenés familia y mucho menos ascendencia,
no conocés el sentido de la palabra soledad.
Te encontré y me incorporaste de inmediato a la magia tu vida,
y vos ya sos parte de la mía. 


                                                                                                                  Puán