tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 19 de abril de 2013

Nunca me había sentido más en mi salsa.

Lo más importante es amar lo que uno hace, 
no importa lo que sea. 
Querelo, 
hacele al amor. 
Nutrite de eso y como si fuese un árbol,
trepá una de sus ramas. Elegí un camino, 
trazate pequeñas metas,
para degustar de a sorbitos la victoria y
para que la frustración sea también pequeña. 
Visualizá el horizonte al que querés llegar 
y movete,
sobretodo nunca dejes de moverte. 

Hay veces que las frases "hechas" toman real significado sólo cuando llegamos a un determinado punto de nuestra existencia. Sí, tendemos a creer que estuvieron ahí desde siempre, las pensamos inmutables, anteriores a nuestro nacimiento, y por eso nunca nos tomamos el debido tiempo para reflexionarlas y analizarlas antes de emplearlas. De alguna u otra forma somos inconscientes de lo que decimos, no somos conscientes de lo que dejamos implícito en cada una de ellas. Incluso ignoramos la potencialidad y profundidad de las mismas. 
Hasta que un buen día te toca ser el protagonista de esa frase, en la que te sentís tocado, como vulnerable. Pero copadamente vulnerable. Vulnerable en el buen sentido. Así como cuando ves una peli y te lleva hasta la conmoción, simplemente porque te identificaste con el personaje. Bueno algo así me paso con la frase "Amar lo que uno hace"

Solía creer que con carreras que tienen tantos alumnos matriculados, vivir de eso iba a ser difícil. Estuve a punto de cometer un error gravísimo: elegir mi profesión, mi vocación en base a lo que tuviera más salida laboral, como una pequeña burguesa que elige qué es lo que conviene en base a las circunstancias del mercado. Casi casi estuve por elegir la carrera con un impulso oportunista, objetivamente. Cuando la carrera, por lo contrario, se caracteriza por el alto grado de subjetividad que cada uno de los individuos que la eligen tienen sobre ella. Porque cada uno lo hace impulsado por algo diferente.
Pero hoy la duda finalmente se disipó del todo. Finalmente probé suerte con Historia. Firmemente avocada al ansia de la Investigación y a recorrer el mundo siendo una Licenciada en Historia (puede tener algo de positivista y utópico esto) Pero decidí jugármela. Me arriesgué a probar suerte y afortunadamente considero que en algún sentido ya triunfé. Conseguí la victoria de la primera batalla. Como muestra W. Allen en Match Point, fui una de esas tenistas que ganan el partido una vez que la pelota rebotó en la red titubeante por unos largos segundos, pero que cayó de casualidad del otro lado de la red.
Hoy, creo en mi potencial, en mi amor a lo que hago. Confío en que voy a llegar a donde quiero, de alguna u otra forma. No hay dudas sobre lo que hago y me siento agradecida por eso. Tengo un camino para visualizar y no un incierto para imaginar. Los pasos a seguir están trazados. Sólo tengo que seguirlos. 
Entre tantos confundidos yo estoy guarecida en mi fortaleza. 
Entre tantos desorientados que arrancan, dejan y vuelven a arrancar para dejar nuevamente, yo tomé para nunca más dejar. Para soltar sólo al final.
Hoy puedo decir que conocí lo que es la pasión y la entrega a lo que uno hace. 
Estoy focalizada. Me gusta eso, me gustan los libros y los nerds. Me gusta la facu, la gente de la facu, los profesores de la facu. Amo estudiar esto que amo. 
Porque ahora tengo una percepción diferente del mundo. Una percepción crítica pero avasallante, que me llevó a concluir en que el conocimiento es como un velo ante los ojos que nos permite captar el Universo de una manera maravillosa. Es como si tuviese puestos unos anteojos 3D en este film que la cotidianidad. 
Es como cuando tenemos entre los dedos una flor, si tenemos esa arma que es el conocimiento, entonces podremos tener ver más allá de los pétalos, el tallo y su color; ver eso que la flor lleva en su interior, lo que está por encima de lo trivial. Eso que está escondido a los ojos de cualquiera pero que es evidente a los ojos de otro cualquiera. 
Eso es para mi el conocimiento, lo que determina la manera en que percibimos el mundo y la realidad.

sábado, 6 de abril de 2013

Si mi querencia es el monte 
y la flor de Araguaney.. 

Como no quieres que tenga,
como no quieres que tenga
tantas ganas de volver. 

miércoles, 3 de abril de 2013

Organismo e identidad.

El hombre está biológicamente predestinado a construir y a habitar un mundo con otros.
Ese mundo se convierte para él en la realidad dominante y definitiva.
Sus límites los traza la naturaleza, pero una vez construido, ese mundo vuelve a actuar sobre la naturaleza.
En la dialéctica entre la naturaleza y el mundo socialmente construido, el propio organismo humano se transforma.
En esa misma dialéctica, el hombre produce la realidad y por tanto se produce a sí mismo.