tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

domingo, 14 de octubre de 2012

Como tantos otros, yo también estoy anhelando Iruya. El ensueño en las alturas, el silencio de las montañas, las subidas cuando todo parece una bajada. Un mirador para ver desde allí, ajena a todo. Hoy es sólo un recuerdo, como también una cuenta regresiva que va hacia adelante.
Que odio la ciudad, eso ya lo sabía. El lugar donde el lado oscuro de los seres acrecienta su sombra y se proyecta en su totalidad sobre mi. Me cubre como un manto.
En el fondo, me regocijo y degusto sorbos largos de café. Le pongo azúcar por demás, para ver si me endulza así el alma. Pero no hay caso.. Sigue amargo, como el paisaje sin color que se esparce a pesar del sol radiante que me quema la piel. Siguen faltandome abrazos. El vacío no se logra llenar con ningún plástico material. Miro a mi alrededor y no encuentro emprendimiento digno en el cual depositar las escasas ganas que quedan ya. El movimiento es una tortura. El estatismo es aún peor.
Necesito conseguir un prospecto que me recete la cura de este mal.   


Me desperté evocando la inolvidable sucesión de hechos que atormentanme desde aquel día. 
Sus caras se presentan taimadas, maliciosas, con hambre de dolor.
No hay nada peor que la esperanza cuando se quiere cerrar un capítulo, porque ella está para alimentar la chispa a merced de un fuego incierto. No siempre es bueno tener esperanza, porque nos deja la puerta entreabierta y no nos permite estar seguros del no. Y así es como me encuentro flotando en el quizás.  Sobrevolando un tal vez. Esperando desde el no, me desvivo por un si.
Manejan los hilos de esta telaraña, tejen enriedos que se hacen difíciles de solventar.
Que pase todo esto, para que vuelva a descansar en paz, para que amanezca con la pereza de permanecer 5 minutos más en la cama y no con el insomnio de una injusticia.

La tristeza sabe peor de lo que creía.

sábado, 13 de octubre de 2012

Tomo un pincel, un trozo de tela, me empapo de témperas.
Agarro un libro, me hundo en sus hojas.
Subo el volúmen, me ahogo en gritos.
Toco algún acorde, afino mis cuerdas.
Y súbitamente me acuerdo que todavía hay mugre debajo de la alfombra.
De que el dolor no se va,
que aunque salga a tropezarme con el sol, 

el dolor sigue ahí.

jueves, 11 de octubre de 2012

Hasta siempre.

Dijo un sabio una vez que uno sólo conserva lo que no amarra.
¿Y si te dejo volar?
Me temo que no funcione.
Últimamente dejo todo caer, desde las lágrimas hasta los pantalones.
Y se me hace imposible por estos días, pensarme ajena a esta masa de gente que dentro de unos días te va a invadir con esos acentos que tanto olor tienen a esta ciudad. Cómo me gustaría tener el privilegio de quitarme una mosca de la cara. La misma mosca que antaño maldije por no dejarme almorzar tranquila, hoy sin duda sería bienvenida a mi mesa.
Es duro ver cómo todos materializan un sueño que pudo haber sido también el mio.
Una de cal y veinte de arena, y así el deseo desprendido en un río del sur llega a la catarata y se pulveriza cayendo cuesta abajo.
Vislumbro un duelo que parece ser
 eterno.
Mi luz se apaga. Quedo perdida dentro de mi propia oscuridad.
Me estoy secando por vos. Poco a poco me marchito por dentro.
Si tan sólo pudiera regarte con unas poquitas lágrimas, creceríamos juntos.. Otra vez.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Hay dos polos, dos mundos simultáneos que nos enfrentan en dos líneas paralelas.
El anhelo culmina negativo y sin comprender su razón, lo suelto en un río imaginario.

Así, lo ideal se aleja de lo real. La rutina de los planes preparados se hace cenizas y florece la liberación en la utopía de una cumbre desde la que se ve un cielo estrellado. Entre un octubre que anticipa aniversario, las melodías no hacen más que susurrarme injusticias. Sospechas descaradas me llenan de insomnio. Y la incertidumbre se hace presente ante mí para golpearme violentamente la cara y atormentarme de inciertos.
Las asignaturas pendientes titubean en un precipicio mental. Las ganas se agigantan y los abrazos de los seres queridos se tornan el requerimento calórico que a mi cuerpo le hace falta para seguir.
¿Volveré alguna vez? Para andar descalza por tus suelos. Para sentir otra vez el olor fértil de una tierra que vale la pena. Para tomar un mate cocido en esas mañanas de calor abrasador. Para tomar un vino en las noches frías de montaña. Para hablar de azúcar, para filosofar un rato. Para llorar porque si, para simplemente llorar ¿por qué no?
Para inundarme de emociones sin nombre. 

Es como un tren que se va, una oportunidad futura que ya parece añeja.

Vos, un pueblo perdido que encontré de casualidad.
Yo, un ser más de este planeta que se muere por verte.
Se consume la nicotina y sigo sin respuestas.