tinta y pluma pa volar

tinta y pluma pa volar

viernes, 31 de diciembre de 2010

Arrivederci.

Se marcha, se despide. En unas horas apenas, será sólo otra alusión, otra remembranza. 
Pasará a formar parte de un pretérito no tan lejano, pero añejo al fin.
Mientras se escapa abordan mi razón miles de recuerdos y momentos.
Buenos y malos, tibios y fríos, blancos y negros, imborrables y efímeros.
Entonces, borrón y cuenta nueva a lo que me hace mal. Porque siempre se puede mejorar.
"Tratar de estar mejor" 2011 te propongo que me sorprendas.
Yo te prometo que te espero con ganas, con las manos tiznadas de verde esperanza y rojo pasión, pero sin ilusiones.. porque si no hay ilusiones no hay nada ni nadie que pueda romperlas.

martes, 28 de diciembre de 2010

Confluencia

Una noche, atípica o mejor dicho singular en todo un lapso de 365 días, y no tan calurosa como a las que mi cuerpo se acostumbró últimamente, me decidí. Dije sí, dejé de tenerle miedo a tu persona y decidí que dejarías de ser un artilugio para pasar a ser de carne y hueso (al menos durante ese crepúsculo) Cuando el momento ya se acercaba, de repente, unas especies de termitas más que mariposas, atacaron mi estómago. Tuve pánico a desintegrarme. Como si fuera poco, te hiciste esperar, como de costumbre. Pero inesperadamente surgiste de las sombras, tan fugaz, que no tuve tiempo a reconocerte. Los primeros instantes duraron tanto que aún puedo sentir la esencia de tu cuerpo contra el mío, que se impregnó rápidamente a mi nariz. Ese abrazo un tanto tímido, me hizo mantener la mente en ausencia de todo pensamiento, problema o mentira. Me invitaste a caminar. Y así fue. Caminamos, caminamos y caminamos a lo largo de una arboleda que parecía perenne. Hablamos sobre populares temas, con poca fluidez y con el nerviosismo propio de dos extraños que se ven obligados a entablar una conversación para no someterse a los incómodos silencios que probable e inevitablemente se generen entre dos casi desconocidos. Yo reía, como siempre, pero más que de costumbre, debo admitir que fue una táctica para ocultar mi intranquilidad. No paré de mover las manos en toda la noche. Lo mismo hice con mis pies (para ellos sí que fue una noche difícil de olvidar) Mientras el alba se imponía paulatinamente, ya el tibio sol descansaba sobre nuestras espaldas.  La noche desapareció entre pudorosas risas, miradas insostenibles, y charlas (o monólogos) en los cuales mientras tu boca bailaba al ritmo de tus correctas palabras, yo pensaba en otras tantas cosas. ¿Qué era lo que yo esperaba? ¿Mis expectativas? No podría afirmarlo con exactitud. Quizá cuando más se espera algo, más se apuesta a ese algo, las ganas de que todo sea mágico y soñado son tan grandes que si no llegan a concretarse la desilusión es tristemente enorme. Creo que no sentimos. Falló el deseo… esas incontenibles ganas de permanecer entrelazados mutuamente toda la vida (o por lo menos que la vida entera sea esa noche) Pensé que mi corazón se iba a detener de tal forma que respirar ya no sería un acto involuntario y me costaría hacerlo. El pavor de no tener esa sensación me invadió. Pero cómo no recordar el otro puñado de sensaciones. Junto a tu presencia me sentí custodiada, protegida, cuidada, a salvo, nada podría pasarme, no mientras tu presencia me escoltara. Y me extravié en tus ojos, como un extranjero en una desaprendida ciudad. Aproveché el tiempo y recorrí cada uno de los rincones de tu cuerpo, te inspeccioné de principio a fin. Y finalmente, en el umbral nos despedimos vergonzosamente. Pero en esa oportunidad tuve muy en claro qué era lo que quería. Lo que quería que hicieras, me dieras.. Y ahí estaba yo, cual niño que espera un dulce como postre después de haberse comido su odiosa porción de verduras. Y a esta niña, la dejaste sin recompensa. Simplemente te marchaste y todos los idiomas, lenguajes y fraseologías que dominabas fueron inútiles, pues no hubo forma de que me expresaras lo que sentías, así que no lo transmitiste con el esperado beso. Ahora... ¿qué hacer con lo que tengo dentro? A lo mejor tengo que creerme la frase que siempre te digo, tendré que dejar que todo fluya, “dejar que mi destino lo maneje la suerte” o que nos crucemos por casualidad y que las cosas resulten como el destino guste.
Que sea lo que sea… 
La felicidad son momentos. Es una lástima que no puedas ver lo que yo hago, mi esfuerzo, todo lo que pongo de mi (que en serio es mucho) Parece fácil salir de esto, pero te aseguro que no lo es ni un poco. Tantas cosas parecen en esta vida, de hecho la gente vive simulando.. "no todo es lo que parece" dicen, y comparto esa idea. No me es fácil todo esto. Sin embargo, ahí estás y siento que no te importa, que no te importo. Mi trastorno me llegó a afectar tanto a mi como a vos. Lo que duele inmensamente es que nos involucre a todos, y lo peor, que nos afecte, este mar que no tiene fin. Yo espero tu mano, espero que se extienda, y cuando por fin lo hace, en vez de volver a caminar, de un empujón caigo nuevamente. Y en ese preciso instante, cuando volvés a caer y decís nunca más; te lo prometés, te lo requete jurás. No, no, no y no. Nunca más, ésta fue la última vez. Y sobreviene la fortaleza, o algo que la concomita. Sentís que el golpe te fortificó, pero es sólo una ilusión. Ahora estás más vulnerable que nunca. Y cuando lográs pasar una semana bien, este último adjetivo bien sujetado entre comillas, godés la sensación de que estás en la cima del mundo, como quien dice tocando el cielo con las manos, sos invencible, todo un Hércules. ¡Al fin! ¡Superado! No era tan difícil.. ¿no? Pero (y es que es inevitable esta indeseada palabra después de algo reconfortante, siempre está presente para  hacer que todo se venga a bajo rápidamente como una pirámide de cartas con un simple soplo), de repente un ínfimo motivo logra que vuelvas a lo de siempre y ni siquiera es digno de acreditar tal desgracia. Ahora el golpe duele 100 veces más, es 100 veces más duro, 100 veces más doloroso, y claramente te cuesta 100 veces más levantarte y salir a flote. Es amarga la certeza de que no soy suficiente, que tus expectativas no se cubren conmigo. Y me pregunto ¿qué hago mal?  porque mis errores son innumerables, de eso estoy al tanto, pero quizá sea yo quien no ve las cosas con claridad. Sin embargo esa vesania, esos reproches que adornan tus palabras, esa violencia presente en tu hablar, alcanzan (y sobran) para hacerme trizas, consiguiendo minimizar el dolor que ocasiona un puñetazo en el ojo. La mirada desdeñosa, el diálogo arrogante; dan como resultado que estemos cada vez más lejos, cada vez más allendes uno del otro.. dejando sin efecto el hecho de vernos a diario. Esto es triste. Cuando pienso la sabia frase que dice que el tiempo perdido no se recupera y que quizá en un par de años, meses o incluso días (¿quién sabe?) cuando ya no estemos juntos.. me arrepienta de lo que hice, hago o mejor dicho hacemos. Pero hoy por hoy, es lo que siento, y hace un buen rato que comencé a implementar esa política.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Hay escritas infinitas palabras.

¡Que viva la ciencia! ¡Que viva la poesía!
Que viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía.
El agua esta en el barro, el barro en el ladrillo, el ladrillo está en la pared y en la pared tu fotografía.
Es cierto que no hay arte sin emoción, y que no hay precisión sin artesanía.
Como tampoco hay guitarras sin tecnología.
Tecnología del nylon para las primas, tecnología del metal para el clavijero.
La prensa, la gubia y el barniz: las herramientas de un carpintero.
El cantautor y su computadora, el pastor y su afeitadora, el despertador que ya está anunciando la aurora, y en el telescopio se demora la última estrella.
La máquina la hace el hombre.. y es lo que el hombre hace con ella.
El arado, la rueda, el molino.
La mesa en que apoyo el vaso de vino.
Las curvas de la montaña rusa.
La semicorchea y hasta la semifusa.
El té, los ordenadores y los espejos.
Los lentes para ver de cerca y de lejos.
La cucha del perro, la mantequilla.
La yerba, el mate y la bombilla.
Estás conmigo. Estamos cantando a la sombra de nuestra parra.
Una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.
Y sin tenerte, te tengo a vos y tengo a mi guitarra.
 
Hay tantas cosas yo sólo preciso dos: mi guitarra y vos.